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La casa llena por una última vez.

La despedida que quería y que se merecía, aunque llegó antes de lo que ella misma imaginaba.

Escuché unas voces a lo lejos, y al mirar descubrí a Jax y Angelo discutiendo. Sabía que ninguno de los dos se lo había tomado bien, pero no entendía qué les pasaba. Ambos se dieron la espalda y yo me acerqué a Jax, como si mi presencia al menos pudiera reconfortarle.

Se había sentado cerca de una de las máquinas de café. Chiara estaba en la otra, al fondo del pasillo. Y sus primos más jóvenes ni siquiera habían entrado en el edificio.

La Nonna se había ido y era como si a su alrededor, todo desapareciera. Ella era el pilar de aquella gran familia.

Su familia.

—¿Cómo estás?

Jax no me tomó la mano cuando la posé sobre la suya, pero tampoco la apartó.

Una parte de mí quería abrazarlo con fuerza, darle mi amor y apoyo, y otra no estaba segura de si esa era la forma correcta de actuar. No quería incomodarle.

Decidí tantear con un leve toque en sus dedos.

Sin mirarme, él sacudió la cabeza. Apenas de forma perceptible, unos meros centímetros a un lado, y luego al otro. De no haber prestado tanta atención, hubiese pensado que lo había imaginado.

Recargó la cabeza contra la pared blanco nuclear del edificio, como si con esa pintura pudieran darle más luz a un lugar tan emocionalmente frío. Cerró los ojos, tomó aire despacio y lo dejó salir en un desalentador suspiro. Y susurró:

—Lo último que le dije es que era una pesada.

Tardé unos segundos en saber qué contestar mientras mi corazón se afligía y trataba de volver al momento. Cuando nos fuimos a Roma y nos despedimos de ella, después de que insistiera en que nos cuidásemos, Jax le dijo eso.

No había caído en la cuenta hasta ahora, pero intuía que probablemente él se lo hubiese estado repitiendo una y otra vez desde que supimos la noticia.

Sabía que no había nada que pudiese decirle para hacerle sentir mejor, pero por lo menos quería intentarlo.

—Jax... Ella sabía que la querías.

Sacudió la cabeza, pero todavía tenía los ojos cerrados. Le había visto llorar, en silencio, y aunque en aquellos momentos no lo estaba haciendo entendía que por dentro estaba igual de triste.

—Lo sé, soy consciente de ello, pero... ojalá no le hubiese dicho eso. Ojalá hubiese sido un te quiero. Algo más importante.

Mis dedos terminaron de agarrar los suyos, con fuerza. Con ganas.

—Lo importante son los momentos vividos, y tú se los diste.

Me apretó la mano, como agradeciéndome el gesto... pero sabía que, en el fondo, no le reconfortaba. Porque no me creía.

Tragué saliva y decidí darle un pedacito de mí. Uno que pocas veces recordaba.

Uno que quizás le haría sentir mejor.

—No recuerdo cuales fueron las últimas palabras que les dije a mis padres, pero sí que estaba muy enfadada con ellos porque no quisieron llevarme a celebrar el aniversario. A pesar de ello, sé que me querían.

Quizás les hubiese dicho algo feo, o tal vez me hubiesen calmado y les hubiese despedido con un beso. A veces recuerdo un choque de puños que solía hacer con mi padre y los besos de nariz de madre, pero otras pienso que quizás solo sean sueños.

Sus dedos volvieron a apretar los míos.

—Te querían —me aseguró—. Eres imposible de no querer.

No supe muy bien qué quería decir con aquello, pero su mano siguió aferrando la mía con ganas.

—Sé que mi madre me quería, y que la Nonna me quería, pero... me duele, a pesar de eso.

Sus dedos escaparon de mi agarre, obligándome a volverme, pero encontrándome a un Jax con la mirada arrugada clavada en el infinito.

—Claro que lo hace, Jax —le aseguré—. Y no pasa nada porque te duela su pérdida.

Es normal, quise decirle.

En vez de eso callé al ver una pequeña lágrima caer por su ojo.

—Ojalá fuese eterna, Olivia —murmuró, más para él que para mí—. Ojalá mi abuela hubiese sido eterna.

Entonces me dejó abrazarle, o más bien me lo pidió.

Jax se abalanzó sobre mí, buscando un abrazo largo, fuerte y reconfortante que traté por todas las formas posibles de darle.

Ojalá pudiese rasgar su sufrimiento, hacerlo mío y que las lágrimas que empapaban mi camiseta no le perteneciesen.

Pero la vida no funcionaba así.

No podía absorber su dolor, pero sí apoyarle siempre que él me dejase.

Y aquí estaría.

Porque no había otro lugar donde prefiriese estar... que cerca de la persona que más amaba en el mundo.

 que cerca de la persona que más amaba en el mundo

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¡Feliz miércoles, familia de wattpad!

Todavía quedan tres actualizaciones más aquí: una el sábado con el cap 44 narrado por Jax, y dos más que serán el viernes y sábado de la semana que viene.

Se me hace super raro terminar esta historia :(

Y más con lo que ha pasado. No se me da bien matar personajes xD sean o no protagonistas.

Nos vemos el sábado desde aquí,

un abrazo enorme,

Andrea :)

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now