—No hay problema. Haz lo tuyo, chica—Animé. 

Seguro que cuando alguna otra de nosotras estuviera en su misma situación ella sería la primera en entender. Esperaba también, que fuera capaz de contarnos en algún momento qué demonios se traía entre manos, y lo más importante, con quien. 

Louis’ pov. 

Lo admito, me comporté como un idiota con Juliette. Sobre reaccione, exageré. Lo hice sí, y por esa razón iba camino a disculparme. 

Ser Louis Tomlinson tiene sus ventajas. Lo único que necesite para hallar el paradero de Juliette, fue pasarme por la tienda de música—su trabajo—y dirigirle un par de lindas palabras, y lindas miradas, a  su compañera—Willa. 

Ambos nos merecíamos una charla; una charla digna de adultos. Ninguno de los dos actuó de manera adecuada, eso era verdad. Si bien mi conducta quizá fue la peor, ella también cometió sus errores. Así que, como dicho anteriormente, iba camino a remediarlo todo. Las palabras se las lleva el viento, dicen, y un «lo siento» jamás soluciona los problemas. Tampoco revierte las ofensas dichas y, en mi caso, las acciones cometidas. Sin embargo, valía la pena intentarlo. 

Mientras salía de la tienda sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, por decimoquinta vez en el día. Rodee los ojos. 

Acostarme con la primera mujer que se me insinuó no fue del más inteligente, podía darme cuenta. E intercambiar números telefónicos tampoco fue una gran idea.  Eileen no dejaba de llamar, ni de mandar mensajes. A duras penas lograba recordar su rostro, y su nombre, entonces ¿por qué demonios ella seguía insistiendo? ¿Acaso no había quedado claro que era cuestión de una sola noche? que, a propósito, ya pasó. 

Aproveche ese momento de soledad en la acera, para corresponder una de sus llamadas, las había estado evitando toda la mañana. 

—¡Al fin!—comentó, alegré, cuando me decidí a contestar su llamado. 

—Hey, Eileen—dije su nombre con vacilación rascando mi nuca—¿Qué hay? 

—Me preguntaba si ¿te sientes con ánimos de salir esta noche?—de repente su usual tono de voz se convirtió en uno un poco más agudo. Aparté el celular de mi oído por un segundo y observé la pantalla con el ceño fruncido, ¿hablaba en serio?—No tengo nada para hacer, y pensé que quizá tendrías la tarde libre. La otra noche fue una noche espectacular, me encantaría volver a verte. 

Contuve el aire un segundo, y luego lo dejé ir. Resguarde una de mis manos en bolsillo delantero de mi jean y paté una roca que encontré al avanzar por la acerca, caminó a mi coche. 

—Esta tarde estaré ocupado—mentí, con eso tenía que bastar. 

—¡Entonces lo dejamos para la noche!—vociferó, con más euforia—Oye, sé que quizá es un poco incomodo, pero mis intenciones son puramente buenas, lo juro. Podemos quedar como amigos o si lo prefieres, simples conocidos. Solo quiero pasar el rato, ya sabes y no conozco de nadie mejor que tu—divagó, despreocupadamente. 

Me mordí el labio para no soltar una maldición. Bien, quizá podíamos quedar, y de esa manera podría aclararle (cara a cara) la situación, que era la siguiente: Lo nuestro no podía ir más allá de unos cuantos tragos, y una noche  de hotel. Así debían de quedar las cosas. Por el simple hecho de que tenía la mira en otra mujer. Juliette, para ser exactos. 

—Bien, en la noche será entonces. 

Me paso la dirección de un pub y quedamos para encontrarnos pasadas las nueve. Una vez que tuve todo ese tema resuelto, lo aparté de mi mente rápidamente y me concentré en manejar hacia la Universidad de Julie. Le debía una sincera disculpa. Si bien jamás la había tenido del todo, la quería de regreso. 

Aparqué el coche frente al campus de la Universidad. Noté la cantidad de estudiantes que salían como avalancha. Observé la hora en mi reloj de muñeca solo para cerciorarme de que me encontraba a tiempo. Eran las dos de la tarde en punto, según lo que Willa había comentado, aquel era el horario de salida de Juliette los lunes. 

Al descender de la camioneta y avanzar unos pasos en su encuentro, noté un par de miradas curiosas posadas sobre mí. Si bien ya estaba acostumbrado al reconocimiento, aún me resultaba un poco incomodo—y molesto. Nadie se desvió de su camino para acercarse a hablar, lo que agradecí en demasía. Alce mi cabeza para ver si podía localizar el rostro de Juliette entre la multitud...entonces, tras un par de minutos, la encontré. 

El viento removía su larga cabellera, haciéndola ver aun mas esplendida. Extendió una de sus manos hasta su frente para simular una visera, y así poder ocultar sus ojos del sol que le daba de frente. Sonreí. 

No la veía desde el sábado, eso sin duda no contaba como mucho tiempo. Sin embargo, para entonces, y aún pese a la distancia que nos separaba, podía distinguir que había un aura diferente a su alrededor; algo diferente en ella. Avancé hacia en su encuentro tan rápido como mis pies me lo permitieron. En el camino, choqué con más de una persona y me disculpé más de una vez. Cuando estaba a tan solo pasos, algo me detuvo en seco. 

Alguien la alcanzó antes que yo. 

Un chico alto de cabellera castaña, que se aproximó desde detrás de ella, estiró su mano para retenerla de la muñeca, y distraerla. Juliette volteó sorprendida, pero por la forma en que se alivió cuando intercambiaron miradas, me di cuenta que sabía de quién se trataba. Si bien yo no estaba haciendo nada malo, me moví unos pasos al costado bajo la sombra de un gran roble para ocultar mi presencia y así poder observar la escena sin ser descubierto.    

Fruncí el ceño, ¿quién diablos era ese, y porque le hablaba desde tan cerca? Ambos estaban parados justo el umbral de la puerta de la Universidad, y por eso mismo más de uno les lanzó una mala mirada al pasar. Me recosté contra el fornido tronco del árbol, y me crucé de brazos, a la espera. 

Él le soltó un par de palabras y efectuó un par de gestos—intangibles para mí—que la hicieron reír a carcajadas. Continuaron la plática unos segundos. En ese instante sentí mi celular vibrar nuevamente, solté una maldición por lo bajo, y lo quité torpemente del bolsillo solo para apagarlo sin siquiera fijarme de que se trataba. 

Para cuando alcé la vista de regreso a Juliette y su «colega» me lleve la más grande las sorpresas. 

—¿Qué demonios…?—balbuce. 

Entrecerré mis ojos y estrujé mi celular en mi mano, con fuerza. De un momento a otro él se encontraba sobre ella, aprisionándola contra una de las paredes, y besándola con euforia. 

Error, se estaban besando, ambos dos. 

Porque Juliette le estaba correspondiendo el beso, quizá no con la misma emoción, pero se lo estaba correspondiendo al fin y al cabo. Sentí una fea y fuerte opresión en el pecho. Una punzada de dolor mezclado con rabia que me hizo ver las cosas desde una perspectiva diferente; como en realidad eran.

A la mierda con el perdón.

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⏰ Last updated: Mar 28, 2015 ⏰

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