Domingo

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Domingo

Los ojos de ambas se abrieron de par en par al haber dicho aquella importante frase al unísono.

¿Cómo habían terminado en semejante imprevisto?

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Era un bello domingo, el sol brillaba, los pájaros cantaban y en sus manos contemplaba la fina cajita roja aterciopelada que aquella reluciente argolla albergaba.

—Hoy es el día, hoy finalmente le pediré que por la eternidad a mi lado esté.

Guardó la caja entre sus ropas, asegurándose de que no se cayera, extendió su planeador y emprendió el vuelo hacia la Mansión que había fungido como su hogar en los 3 años que con su amada llevaban relación.

La susodicha había partido en un, para su propia opinión, repentino e innecesario viaje, hacia la tribu agua del sur. En su momento estuvo molesta por no poderla acompañar, los negocios de su bella novia algunas veces chocaban con sus tareas de Avatar; pero había sacado algo bueno de ello al haber recibido la llamada de la joyería de confianza, aquella en donde semanas atrás había mandado a hacer un anillo muy especial...

-Flashback-

Pronto se acercaría su aniversario, si había calculado bien este año caería domingo y tras tantos momentos vividos, algunos buenos y otros malos pero que sin duda las habían unido, se había decidido en dar el gran paso. En realidad, desde hace mucho quería hacerlo, aunque hubiese madurado, cierta parte de impulsividad siempre sería marca de su esencia; pero por el amor a ella quería que fuese especial, y el día de su tercer aniversario era la fecha ideal.

Se dirigió a aquella joyería donde más de una vez había acompañado a su mujer querida, y el dueño la recibió con amabilidad y algarabía.

—¡Avatar Korra! ¡Qué gusto verla de nuevo! ¿Dónde está la señorita Sato que no la veo?

—Buenas tardes Señor Cheng, Mi novia anda en un viaje de negocios y...

—Ah... ya veo -indicó el hombre acariciando su barbilla y viéndola con astucia en su mirada- No me diga, no me diga... ¡Viene por un detalle para su amada!

La morena se sonrojó y acarició su nuca asintiendo, a lo que el hombre sin pedir perdón o permiso se retiró y volvió con ejemplares de las más lujosas joyas que tenía en su colección vip.

—¿Qué le llevará esta vez a la señorita Sato? ¿Le parece esta bella pulsera de plata quemada?... No, no, no, la última vez una parecida por su cumpleaños le regaló... ¿Qué tal una tobillera de oro con incrustaciones de esmeralda?... No, no, no, o ¿Qué tal si...?

Aquel menudo, pero solícito hombrecillo siguió en su monologo sacando bisutería y él mismo volviéndola a guardar al pensar que no eran lo suficientemente buenas para aquellas importantes clientes, que más de una vez habían ido a comprar (Y que también más de una vez algún robo habían logrado evitar).

Al principio Korra se había aturdido un poco con tantas cosas para mirar, pero pronto recobró la compostura y de manera amable paró la perorata del vendedor. Ella sabía exactamente qué tipo de joyería venía a buscar.

—Le agradezco mucho que me muestre tan bellos modelos Señor Cheng, sin embargo, lo que yo vengo a buscar es algo diferente... -Se removió algo tímida en su lugar- Yo bueno... yo vengo a buscar un anillo... Un anillo Especial...

Días de la SemanaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz