¿Que puedo decir?
Mi nombre es Andrea y tengo 20 añitos.Me he sentido sola toda mi vida,no es que sea huérfana o algo así: Es que mis padres pasan todo el tiempo trabajando y es como si no tuvieran hija,la verdad casi nunca puedo verlos y por mas qu...
Criss: Hola -dijo y escuché como rió- perdón por no devolver la llamada es que había muchos clientes en la disco y debía atenderlos, pero… ¿por qué me colgaste?
Espera trabaja en la disco?
Pensé mientras me daba cuenta de lo que me había preguntado.
Andrea: Pues… es-es que
Criss: -carcajeo- no te preocupes, no tienes que explicarme, se nota que eres un poco cobarde, me tienes miedo Andrea -interrumpe-
¿Qué? ¿Miedo?
Andrea: ¿Perdón? ¿Quién te crees que eres? -dije cambiando el tema- yo no te tengo miedo
Criss: Claro que sí -dijo con tono de superioridad-
Andrea: Vaya, no pensé que fueras tan egocéntrico -dije un poco irritada-
Y era la verdad, como puede decir que le tengo miedo?
Criss: Es que pareces la mamá de la protagonista de este cuento -rió una vez más- Caperucita roja
Andrea: ¡¡¡¡Hey!!!!! -dije totalmente cabrada-
Criss: No hables con extraños -habló cambiando su voz-
Andrea: Eres un estúpido, ¿sabes que? Adiós -dijé y colgué la llamada-
Tiré el teléfono a un lado y mi mente comenzó a trabajar respecto a lo que había pasado.
¿Cómo se atreve a decirme eso?
Andrea: Ufff
Venga ni finjas, sabes que tegusta
Tu te callas
Andrea: ¡¡Basta!! -grite como tonta recordando que hablaba sola, después de todo si me parezco a alguien solo que no a la madre de Caperucita, sino a Pinocho-
Sonreí por lo que había pensado. Dispuesta al fin me levanté de la cama y salí de la habitación para ir rumbo a la cocina y encontrarme a una Emily preparando un desayuno.
Andrea: Vaya, que bien huele -dije emocionada haciendo que se girara a verme-
Emily: Buenos días monita -dijo con su habitual tono dulce- Ven a probar lo que he preparado -dijo extendiéndome lo que había preparado-
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Andrea: ¡Uy gracias Emi! -dije emocionada y ella asintió sonriendo-
No sabía que Emily cocinara tan bien, estaba tan delicioso que aguantaba las ganas de llevármela a vivir conmigo.
Andrea: ¡Eres muy buena con la cocina eh!
-dije con la boca llena-
Emily: -carcajeó- no seas exagerada, tampoco es la gran cosa
