· C u a r e n t a & D o s ·

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Y antes de que pudiese añadir nada más abrió la puerta. Me aparté justo a tiempo de que no me llevase por delante, haciéndome a un lado mientras él salía.

Al elevar la mirada me encontré a Jax completamente desnudo.

—Eh... ¿buenos días? —Preguntó con una sonrisa ladeada.

A través del vapor del ambiente mis ojos viajaron a su rostro, a su pecho increíble y musculoso, a su piel tostada por el sol, a su...

—Eso sí que es un buenos días —me burlé.

Y menudos "buenos días".

—¿Por qué no vienes a dármelos en persona? —Replicó, sonriéndome con picardía.

Una parte de mí se sonrojó, y otra... No le hizo preguntar dos veces.

Me quité la blusa y me adentré dentro de la ducha, chocando contra su cuerpo y haciendo la humedad chapotear.

Las gotas se sacudieron a nuestro alrededor. Su pelo húmedo me mojó a la vez que el agua de la ducha, al tiempo que bajaba la boca hasta la mía para besarme.

Sentí cómo me hormigueaba el estómago, pidiendo más. ¿Cómo viviría sin aquella sensación?

Sin la forma en que me reconfortaba con sus abrazos.

Sin sus besos.

Sin su tacto.

Sin su sabor.

Sin él.

Pero ese era problema de la Olivia del futuro. Esta disfrutaría de la que tenía ahora... porque no había tiempo de lamentos.

Tiempo era lo que nos faltaría.

Sus dedos recorrieron mi cuerpo, apresurados, mucho más que otras veces. Encontraron mi ropa interior y se engancharon en ella mientras me hacía girar. Coloqué las manos en la mampara de cristal y ahogué un grito cuando sentí sus labios posarse en lo alto de mi espalda.

Despacio fueron bajando, trazando la forma de mi columna. Y al mismo tiempo tiró de mi ropa interior, empapada, hacia abajo, deshaciéndose de ella.

Cuando se incorporó de nuevo y alejó los labios de mí, clavó de vuelta los dedos en mi cintura. Con brusquedad me agarró de la cadera, pero lejos de importarme, consiguió sacar un jadeo del interior de mi garganta.

Mis piernas se apretaron, deseando sentir algo más en su palpitante centro. Y sus labios regresaron a mi espalda. Noté cómo volvía a hacer el camino de mi columna, pasando despacio por cada parte de mi piel, hacia el sur... llegando al lugar donde se perdía la cintura.

Cerré los ojos, notando como seguía bajando y sus dedos se clavaban en mi trasero.

—Gírate.

Sonó a orden.

Y yo obedecí.

Estaba muy húmeda antes de que sus manos me abriesen por los muslos y su lengua llegase. Atravesó cada barrera que tenía, abriéndose paso hacia mi intimidad.

El primer paso lamiendo la piel sensible de aquella zona hizo temblar mis piernas.

—Oh, mierda —susurré—. Jax...

Pero mis ruegos no le hicieron parar, y tampoco quería.

Su lengua lamió mis labios, mi interior, e hizo estallar mi clítoris. Me hizo agarrarme al cristal de la mampara mientras me llevaba al extremo, mientras pensaba si todo aquello era un dulce sueño o una realidad abrumadora.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now