—Yo quiero una hamburguesa.

Me giré para observar a Nick que se estaba sentando a mi lado con total tranquilidad como si nada hubiera sucedido. Lo miré sorprendida y él me regaló una sonrisa seguida de un guiño. Los niños miraban a Nick sorprendidos, como si fuera una especie de guerrero y las niñas suspiraban ya de chicas. Decidimos pedir dos hamburguesas completas y me sentí tranquila cuando él apoyó su brazo en el respaldo de mi silla, con esa sensación que me estaba cuidando.

—Lo siento mucho, no quise decir eso —le comenté en susurros cuando los niños comenzaron a hablar de Minecraft. Nick los miraba atento y por un momento pensé que estaba buscando ignorarme, sin embargo se giró para mirarme—. No estoy acostumbrada... a algunas cosas... y no sé cómo reaccionar. Nunca pensé que alguien... gratis podía hacer eso.

—¿Thomas te cobraba? —me preguntó y yo me sonrojé al instante, haciendo que él me siguiera la mirada con confusión.

—No, claro que no. Directamente no lo hacía. Decía que era feo y que no hacía esas cosas. Las excusas eran muchas pero estamos en la mesa de los niños.

—Lo sé, estoy tratando de no pensar en las cosas que te haría sobre la mesa para demostrarte que ese tipo de cosas no son feas —me susurró hablando de vuelta en código y haciéndome sonrojar nuevamente—. No hago las cosas por dinero, Ally, lo hago porque me gustan. Toda mujer necesita vivir placeres y situaciones que la lleven a soltar los gemidos que soltaste arriba.

Le di un golpe en el hombro cuando lo escuché decir eso y ambos nos reímos porque era gracioso estar hablando de sexo oral en una mesa de niños.

—¿Me dejaras demostrarte las cosas que te estás perdiendo?

—No me estoy perdiendo de nada...

Nick se rio sin poder evitarlo y me dejó un beso tierno en la frente, haciendo que todos los niños hicieran gestos de asco o suspiraron. Escuché que al mismo tiempo mi hermana pedía un brindis y supe que era porque todos me estaban mirando. Cuando giré noté sus miradas puestas en nosotros dos y no eran de asco, sino de cariño. Parecía que a mi familia le gustaba que estuviera con un chico cuando mi hermana se estaba casando con el amor de mi vida.

El brindis fue simple y hablaron de un amor que no le creí. No importaba para mí lo que me había dicho Thomas, yo todavía creía que estaba bajo las influencias de mi hermana y que pronto iba a recuperar la conciencia.

—¿Qué rayos estás haciendo, Allison?

Me detuve en seco, con los cubiertos en la mano, al darme cuenta que Nick me estaba regañando y no sabía por qué. A mi alrededor, los niños se reían de mí y yo no comprendía el motivo. Toda mi vida había comido la hamburguesa de ese modo, así no manchaba mis manos y además me parecía de caníbal comerla con las manos.

—¿Está comiendo la hamburguesa con cubiertos? —le preguntó Nick a una de mis primas y ella se rio nerviosa, en esa risa de niña intimidada por un mayor hablándole como si fuera su par—. ¿Lo pueden creer?

—¿Que tiene de malo? —quise saber.

—¡La hamburguesa se come con la mano! —exclamó uno de los niños riéndose de mí. Maldito renacuajo de cinco años se burlaba de mi manera de comer mi comida—. ¡Enséñale, Nick!

Levanté una de mis cejas al mirar al stripper, queriendo ver como se comía semejante hamburguesa. Sin embargo, lo hizo bastante bien y nada cayó de su boca. Era enorme, realmente estaba completa con todos los ingredientes posibles. Los niños empezaron a golpear la mesa pidiendo que imitara a Nick y, lamentablemente, tuve que hacerlo. Fue un desastre. Condimentos, una lechuga y un poco de pan cayó sobre el plato y todos comenzaron a reírse, pero divirtiéndose de los adultos.

—Que sexy que te ves —se burló Nick mientras me besaba la barbilla, donde sabía que había caído ketchup. Lo golpeé suavemente con la mano, sabiendo que estaba haciendo, mientras mordía la comida avergonzada por todo el espectáculo que estaban haciendo.

Nick, con maldad, tomó el condimento con su dedo (¡con su dedo!) y me manchó la cara como si nada. Pegué un grito indignada, sabiendo que había arruinado mi maquillaje y que encima debería lucir como una cerda. Todos se reían a mi alrededor y decidí hacer lo mismo con Nick. Metiendo el dedo en la salsa de mostaza y manchando su precioso rostro de aquel condimento. Ambos nos reímos como niños, besándonos en los lugares que habíamos marcado y comportandonos como bobos. Pero en ese momento la risa era tan real y sanaba cualquier herida que me hacía bien. No me importaba llamar la atención, hacer el ridículo o estar comiendo en la mesa de los niños una hamburguesa que me iba a hacer engordar.

Me estaba divirtiendo y llevaba mucho tiempo de mi vida sin hacerlo.

—Allison por favor...

Escuché como mi madre me susurraba enfadada detrás mío enfadada y cuando giré a mirarla noté que varios nos miraban, sobre todo Lisa. Tenía la mirada fija en nosotros, llena de celos porque eramos la atención de una cena simple como esa. Iba a decirle algo, pero Nick me distrajo cuando tomó mi mano y la dejó sobre la mesa.

—Para la próxima me pido ensalada, ¿qué opinas?

Quiero robarme al novio [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora