A lo Mario y Luigi

Start bij het begin
                                    

-La segunda a la derecha.

Vuelvo a pisar el acelerador, superando así los cien kilómetros por hora. Giro el volante hacia la derecha en un movimiento brusco y rápido

-Estamos en la pista -me informa con orgullo, pero sin desviar la vista de la carretera.

Ladeó una sonrisa de satisfacción.

¿Quién lo diría, Jaden? Estoy a nada de patearte el culo.

-Si la siguiente curva, consigues hacerla limpia, podremos avanzar a un par de ellos -suspira Harper, en un tono agitado.

-Todo está bajo control -le aseguro.

¿Qué?, a veces, solo a veces, las mentiras son buenas.

-Cuando te avise, reduces la velocidad y giras con todas tus fuerzas -me indica-. ¿Entendido?

Asiento, rasgando el cuero del volante.

Entonces, el auto de detrás nos golpea. Me abalanzo de tal forma que siento el volante contra mi pecho.

«Hijo de puta...», maldigo por dentro. Nos ha destrozado las luces traseras. Bueno,«le ha roto las luces traseras», pero un poco de empatía, ¿no?

-¡Murphy, ahora!

Recorto la velocidad, al mismo tiempo que volteo el volante con toda la rapidez que mis brazos me permiten.

-¡Si! -chillamos al mismo tiempo.

Habíamos dejado a atrás a uno de ellos.

El orgullo que siento ahora mismo ni con una patada pueden arrebatármelo.

-Solo falta uno -me informa.

El coche de delante es... impresionante, un Porsche 718 negro mate. Y el conductor joder no me gustaba reconocerlo, pero era bueno. Bastante bueno.

-Jera, al máximo -susurra Harper.

Piso el pedal de un golpe seco.

Si hemos logrado adelantar a los otros, también podemos ganar. Presiono la mandíbula con fuerza, al tiempo que aumento la velocidad, hasta que quedamos pegados al primer coche. Los cristales ahumados no nos permiten ver el conductor del deportivo.

-Jera, adelanta a ese cabrón -me incita Harper.

¿Quién lo diría? Harper el responsable. Harper el erudito. Harper el calmado. Harper el sabio. Harper animándome a sobrepasar los límites del auto.

Hago lo que me pide y vuelvo a presionar el acelerador.

Ladeo una sonrisa. Porque sí amigos, acabamos de dejar atrás a un maldito Porsche 718, en una carrera con un todoterreno.

Tres metros, dos metros, un metro.

Alcanzamos la meta.

-¡Si! -soltamos al unísono.

La gente empieza a estallar a gritos y silbidos, algunos saltan sobre ellos con euforia, otros agitan su camiseta en el aire. Pero nadie sabe que dentro del auto hay un nerd y una pardilla.

Los conductores restantes empiezan a aproximarse a la línea de meta.

Salgo del coche con el ego bien marcado. Pero se me termina de subir, en cuanto veo la cara de Jaden. Que según mi humilde diccionario, esta expresión está catalogada como: cara de culo; es un síntoma bastante habitual, en el cual la población con sobredosis de orgullo, que por equis razón su ego se ve afectado. En pacientes neófitos pueden desenvolverse varios efectos secundarios como: agresividad de tipo Z, insomnio, perdida de la interacción social y andar ebrio en los primeros veinte años de tratamiento.

-¡¿Que coño haces aquí?! -me gruñe Jaden.

Pongo mi mejor cara de perplejidad.

No quería confesároslo. Apenas nos conocemos, pero sí; Netflix quiere contratarme en su próxima filmación.

-Conduzco -le respondo indiferente.

Parece que utilizar el sarcasmo le irrita, porque la cara de culo a pasado a ser a lo que se denomina como: expresión Goomba, efectivamente; la seta gruñona de Mario Kart. Describiría los síntomas, pero creo que ya se pueden hacer una idea.

-¡Ya lo veo, no soy imbécil! -me grita tan de cerca que puedo notar su vaho.

-¿Tú crees? -le escupo sarcástica.

Me agarra del cuello sin ningún tipo de intensidad alzo la cabeza con la intención de que no me vea como a alguien que puede moldear a su antojo.

Aunque no les esté dando importancia, puedo notar varias docenas de ojos apuntando en nuestra dirección. Algunos de ellos solamente les falta los lentes 3D y un saco con palomitas.

-Eh tío, déjala -le suelta un chaval, reteniéndole por el hombro.

Este solo lo empuja, en un arrebate de nervios.

-Si te vuelvo a ver cerca de mí, me encargo de que lamentes incluso tu propia presencia -me amenaza señalándome con el dedo índice.

Resoplo procesando aún sus palabras. Viniendo de otra persona, simplemente las ignoraría, pero viniendo de él..., no le perdonaría ni un: "ha sido sin querer"

-Acéptalo, lo que te jode; es que te hayan ganado un nerd y una mujer, con un coche que perfectamente podría estar usando mi abuela -le rebato con una sonrisa ladina.

Os he soltado una pequeña mentira: no tengo abuela. Eh, ¿pero qué querías?, quedaba de madre en la frase.

Jaden me lanza una mirada asesina, intensificando su agarre en mi garganta. Me pongo de puntillas para que no termine por estrangularme, solo por herir su orgullo.

-¡Eh, imbécil! -gruñe Harper a mis espaldas-. Suéltala

Pero si al final nos haremos un colgante de mejores amigas y todo, diría incluso que me está terminando por caer bien.

Podían tacharlo de empollón y todo lo que quisieran, pero el chaval de acojonar; acojonaba. En otras palabras: tenía los ovarios bien colocados.

-Vuelve a ordenarme algo y te cruzo la cara -le advierte, liberándome de su agarre.

El ambiente a pasado de ser de castaño a castaño oscuro. Acaba de empezar un duelo de titanes en toda regla.

-Venga nos vamos -le aviso a Harper.

Estaréis pensando algo tipo: «¿hola?», «¿te faltan neuronas?», «¿te diste un golpe de cría?», «¿qué pasa contigo?». Tranquilos, calma por favor, dejadme que os explique; Sabéis la típica sensación de vacío, cuando momentos después de una pelea se os ocurre un sinfín de respuestas que podrían haberle cerrado el ano al imbécil que tenéis en frente? Pues eso es justamente lo que le va a pasar a Jaden, lo único que "ese imbécil" va a ser moi.

Lo sé, lo sé no es suficiente venganza, pero esto es solo el principio de una trilogía.


































































Falsos prejuiciosWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu