–¿Quién es? – cuestionó Feng Xin con el ceño fruncido, apoyando el puño contra la pared del departamento, extrañado.


–Ah, Feng Xing, soy Pei Ming. ¿Está Mu Qing? Quedé de pasar por él a esta hora – declaró orgulloso y confiado Ming Guang a través de la bocina.


–¡Tú...! - la amenaza brotaba por a través de los dientes apretados de Feng Xin. En eso, una mano nívea, pero decidida le arrebató el interfon


–En un momento bajo – y colgó Mu Qing. De inmediato, su hombro fue aprisionado y golpeado contra la pared – ¿¡Que pasa contigo!? – exclamó la belleza de piel pálida, que llevaba una colecta alta y una camisa blanca con jeans. Se veía realmente divino; tan puro e incorruptible.


–¡¿Qué haces saliendo con ese imbécil?! – gruñó frente a la cara del otro. Mu Qing se encogió de hombros un segundo, pero después lo empujó hacia adelante


–No tengo por que darte explicaciones, pero ya que insistes – Se acomodó las ropas y se giró por una bolsa de tela – Me invitó a practicar esgrima, así que acepté – declaró Mu Qing con un tono calmado, girándose para abrir la puerta


–¡No puedes! ¿Qué no lo ves? ¡Te está usando! – comenzó a gritar a las espaldas del otro


–Y supongo que tú no me usabas... – el tono de Mu Qing se volvió frágil mientras agachaba la cabeza, dándole la espalda al joven de piel trigueña


–Yo... No, yo... Es diferente – Feng Xin no pudo evitar el tono agraviado – Pei Ming, él es... Él solo quiere hacerte suyo. En la fiesta, él intentaba acercarse a ti. Él...


–¿Y qué? ¡Al menos sus intensiones son claras! – Mu Qing respondió con un tono afilado, interrumpiendo al otro.


–¡Ah! ¡No vayas con él! – la frustración se pinto en su rostro mientras se llevaba las manos a la cabeza


–¡Cállate de una buena vez! – el orgulloso tono volvió a subir en sus palabras – No quieres que esté contigo, no quieres que esté con nadie más...¿Qué quieres entonces? – suspiró pesado y se dispuso a abrir la puerta con ira. Antes de retirarse, giró su rostro decepcionado y declaró – Lo dijiste antes; nosotros no tenemos nada. Aún te odio. Déjame ser libre – y cerró la puerta tras de sí, sin esperar la respuesta del otro.


De pronto, el apartamento quedó silencioso con Feng Xin parado contra la puerta.


–No vayas con él... - murmuró con un tono apagado antes de volverse a hundir en el silencio mortal.


*****

–En verdad que luces divino, A-Qing – recitaba Pei Ming desde su auto descapotable en una camisa gris oscura, lentes de sol y el cabello semi-recogido. La sonrisa encantadora y la mirada seductora adornaban su rostro varonil.


–Si sigues adulandome así, te juro que voy a golpearte y jamás en la vida voy a dirigirte ni la mirada – la ira de Mu Qing era evidente en la vena de su frente palpitante mientras que con sus ojos helados amenazaba al otro. Pei Ming contrajo sus palabras


–Bien bien... Ya no diré nada impropio – Pei Ming encendió el auto – Vamos a comer primero, apuesto a que no has desayunado – Pei Ming miró de reojo, el otro esquivó su mirada y solo asintió – A-Qing, después te llevaré a practicar. Quiero ver que tan bueno eres – mencionó esto último con un énfasis de interés al final de sus palabras.


Como Mu Qing había pasado la semana haciendo diversas actividades para estar fuera del apartamento, tuvo que ir en horas extras a practicar esgrima y también a dar clases. Para su infortunio, toda la semana se encontró a Pei Ming quien día tras día le insistía por qué salieran a comer y a practicar esgrima. Cada día hacía algo más evidente y pronto ya estaban en la boca de todos, creando rumores.


QUÉDATE LEJOS... O A MI LADOWhere stories live. Discover now