CAPÍTULO II: ¿PROPIO DE HUMANOS O DE LOBOS?

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La vida de Razor no está delimitada por fronteras, desconocidos eran para él los límites políticos. Le gustaba perseguir jabalíes con su lupical a lo largo del dominio de los lobos hasta las praderas del otro lado del lago, tomaban siestas en cualquier lugar si estaban cansados y los lobos lo acicalaban con cuidado.

Nunca estuvo sujeto a las normas convencionales de la sociedad hasta hoy, siendo escoltado por un hombre oscuro hasta las rejas de una trampa; que dicho hombre nombró “orfanato”. Aunque el hombre estaba siendo amable Razor se sintió atrapado y se preguntó en silencio si de este modo se sentían los jabalíes antes de ser cazados por su lupical.

Si tan solo no hubiese ayudado a esa chica rara con la trampa de los cazadores no estaría siendo retenido por este hombre—Aquí te van a cuidar. ¿Entiendes? —le preguntó el hombre vestido con el color del cielo nocturno, pero Razor no entendía. Claro que no entendía cómo alguien podría cuidarlo mejor que su propia lupical, pero no respondió ni con la más mínima palabra en su vocabulario—Si necesitas algo, lo que sea; no dudes en buscarme. Soy el jefe de la policía, mi nombre es Kaeya, no lo olvides—dijo revolviendo sus cabellos juguetonamente antes de entregarlo a una mujer de sonrisa amable que esperaba al pie de los escalones.

—¡Kaeya! Es un placer volver a verte—la hermana Ruth saludó con euforia al joven hombre que una vez estuvo bajo el cuidado del orfanato, aunque no en su sector. Era uno de los pocos niños que habían llegado lejos en la vida.

Kaeya sonrió cauteloso al ver a la hermana maltratadora—Hermana Ruth, es un placer verla también—mintió descaradamente.

—Recibí la llamada del oficial Huffman, me dijo todo por teléfono; con gusto recibiremos a otro niño—comentó innecesariamente.

Kaeya observó de reojo al pequeño que apenas le llegaba en estatura a la cadera—Claro que sí—respondió disimulando el sarcasmo en su voz con una sonrisa. ¿Como podrían decirle que no a los 20 millones de mora que el gobierno destinaba a cada niño en el orfanato?

La mujer se acercó y tomó de la mano a Razor—En fin, gracias por traerlo personalmente—mencionó jalando al niño con ella, pero Razor se soltó bruscamente de su agarre y se aferró a la pierna del policía.

El pequeño niño supo de inmediato al ver a la mujer que esta era peligrosa y, aunque le agradara o no el hombre, se sentía más seguro tomando su antebrazo.

Kaeya observó al niño que luchaba por no soltarlo con tristeza—¿No te gusta el lugar? Eh—dijo inclinándose para quedar a su altura—No te culpo, a mí tampoco me gustaba—añadió con una sonrisa graciosa, pero no obtuvo el resultado que esperaba del pequeño—Aquí podrías correr la suerte de tener una familia, pero no puedo llevarte conmigo—explicó sin ser consciente de que el niño no lo entendía.

Se puso de pie y lo tomó de la mano para avanzar hacia las escaleras de la puerta. Entraron juntos y Kaeya observó el lugar del que había sido rescatado por Crepus con el ceño fruncido, el lugar definitivamente había sido remodelado. No quedaba ni rastro de las horripilantes paredes que alguna vez conoció.

El pequeño plantó los pies en el suelo como si fuesen de plomo, Kaeya se volvió sorprendido de que un niño tuviese tanta fuerza—¿Estás bien? —preguntó a alarmado mientras se arrodillaba para inspeccionarlo.

—Razor irse—respondió con una mirada triste que hizo que el corazón del oficial punzara dolorosamente.

Los ojos carmesí del pequeño le recordaban a la mirada de perpetua tristeza de Diluc, en un impulso acarició las mejillas del pequeño y lo estrujó entre sus brazos—Lo siento, de verdad—se disculpó abrazándolo, arrepintiéndose del momento en el que cruzó la verja del orfanato.

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⏰ Last updated: Oct 19, 2021 ⏰

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Cuando la Buena Suerte es Mala | RannettWhere stories live. Discover now