CAPÍTULO I : BENNET SE SIENTE COMO CASA

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Mondstadt es una bella ciudad, está rodeada por el lago de sidra; es conocida como la ciudad de la libertad y la capital del vino, la cerveza y la poesía.

Cada edificio e historia han sido preservados, unos más que otros, pero a fin de cuentas preservados. La región del Dios anemo esta colmada de riquezas; historia, economía y cultura. Sin embargo, esta historia no inicia en ningún lugar turístico o de importancia en la Ciudad de la libertad, ni del pasado o presente.

En está ciudad maravillosa está el orfanato de Dvalin, nombrado así en honor al místico dragón protector de Mondstadt; sus hazañas son una leyenda que los niños de la actualidad aman ya pesar de todas estas historia la nuestra comienza en una habitación pequeña, con una litera vacía.

Bennett esta despierto temprano esta mañana y observa por la pequeña ventana en la pieza, están en otoño—casi invierno— y está haciendo más frío en su cuarto estrecho.

Bennet no tiene apellido, tampoco buena suerte. Hasta esta mañana tampoco tenía compañero de habitación, pero lo había visto llegar hace unos momentos con oficiales y cubierto con una manta.

La puerta se abrió detrás del pequeño rubio con un chirrido grabe—Veo que estas despierto—la hermana Rosaria con una pequeña sonrisa —La hermana Ruth estará aquí en breve con tu compañero, será mejor ventana que cierres esa. Ese niño ya estuvo expuesto al frío y no sabemos desde cuándo—dijo mientras caminaba al interior del pequeño ático para cerrar la ventana, pero esta estaba trabada.

Bennett representa a la mujer de la cofia apenado — No cierra por completo, hermana Rosaria—describe el rubio.

Rosaria se volvió hacia el niño —¿Por qué no le has dicho a nadie sobre esto? —Preguntó seriamente.

La figura de Bennett se encogió atemorizado—No quería molestar a nadie—respondió quedito.

Rosaria negó con confusión—No molestas a nadie, esto es importante. Podrían acusar al orfanato por negligencia, pero lo más importante es que pusiste en riesgo tu salud. Debiste decirle a la hermana Ruth, ella está a cargo de este sector — lo regañó.

—A la hermana Ruth no le gusta que la moleste—respondió inmediatamente con la cabeza gacha.

La confusión en el rostro de la hermana se tornó en molestia de un momento a otro — ¿La hermana Ruth… acaso ella, es mala contigo? —Preguntó a tientas.

Bennett levantó el rostro para mirarla con sus ojos verdes llenos de lágrimas y asintió—Es por mi culpa, recibo castigos porque mi comportamiento no es el adecuado— el pequeño niño de apenas diez años se restregó los ojos con sus puños evitando que sus lágrimas llegaran a recorrer sus mejillas.

La hermana Rosaria se arrodilló delante del pequeño, sacó un pañuelo de debajo de su cofia para limpiar el rostro del niño, pero al acercar su mano Bennett cerró los ojos con fuerza, como si se preparara para recibir un golpe—¿Ella te castiga? —Preguntó preocupada, el pequeño abrió los ojos con sorpresa cuando la suave tela acarició sus mejillas. Bennett asintió en silencio con los ojos cerrados suavemente, disfrutando de la pequeña caricia e inconscientemente se acercaba más hacía la mano de la hermana — Bennett, necesito saber que tipo de castigos te teléfono— deseaba tratar de decirlo lo más suavemente que pudiese.

Bennett miró sus propios pies, no estaba seguro de si debería decir la verdad — No puedo— se negó a hablar - Si la hermana se entera me castigará —explicado con una expresión horrorizada y tembloroso. El tipo de expresión que no debería tener un niño de diez años.

Rosaria acarició su cabello con toda la dulzura que pudo reunir —Si me dices te prometo que ella no volverá a hacerte daño— insistió bajando la voz, pero el pequeño rubio seguía indeciso— Voy a protegerte de ella, lo prometo—apareció con una sonrisa amable o el intento de una.

Cuando la Buena Suerte es Mala | RannettWhere stories live. Discover now