La miro.

Coloca una gran bolsa de compras en una silla y agarra cada extremo de la toalla que tiene alrededor del cuello.

Me está mirando, ojos verdes esmeralda y como siempre no tengo ni idea de lo que está pensando.

Esconde muy bien sus pensamientos y sentimientos.

-¿Como llegué aqui?-.

Mi voz es pequeña, contrita.

Viene y se sienta en el borde de la cama.

Está lo suficientemente cerca para que la toque, para que huela.

Oh, dios... sudor y gel de baño y Lauren, es un cóctel embriagador, mucho mejor que una margarita, y ahora puedo hablar por experiencia.

-Después de que te desmayaste, no quise arriesgarme a que la tapicería de cuero de mi auto te llevara hasta tu apartamento.
Así que te traje aquí- dice flemáticamente.

-¿Me pusiste en la cama?-.

-Si-.

Su rostro está impasible.

-¿Volví a vomitar?-.

Mi voz es más tranquila.

-No-.

-¿Me desnudaste?-.

Yo susurro.

-Si-.

Me arquea una ceja mientras me sonrojo furiosamente.

-¿No lo hicimos?- susurro, mi boca secándose con horror mortificada ya que no puedo completar la pregunta.

Me miro las manos.

-Camila, estabas en coma.
La necrofilia no es lo mío.
Me gustan mis mujeres sensibles y receptivas- dice secamente.

-Lo siento mucho-.

Su boca se levanta ligeramente en una sonrisa irónica.

-Fue una noche muy divertida.
No olvidaré en un tiempo-.

Yo tampoco, oh, se está riendo de mí, la bastarda.

No le pedí que viniera a buscarme.

De alguna manera me han hecho sentir como el villano de la obra.

-No tenías que rastrearme con cualquier material de James Bond que estés desarrollando para el mejor postor- le grito.

Me mira sorprendida y, si no me equivoco, un poco herida.

-En primer lugar, la tecnología para rastrear teléfonos móviles está disponible en Internet.
En segundo lugar, mi empresa no invierte ni fabrica ningún tipo de dispositivo de vigilancia y, en tercer lugar, si no hubiera venido a buscarte, probablemente estarías despertando en la cama del fotógrafo, y por lo que puedo recordar, no estabas demasiado entusiasmada con él presionando su traje- dice con acritud.

¡Presionando su traje!

Miro a Lauren, ella me está mirando, sus ojos verdes resplandecen, agraviada.

Intento morderme el labio, pero no puedo reprimir la risa.

-¿De qué crónica medieval escapaste?-.

Me río.

-Suenas como un caballero cortés-.

Su estado de ánimo cambia visiblemente.

50 sombras de Jauregui (PAUSADA).Where stories live. Discover now