35. El de la mañana siguiente

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– Guapa. – le susurró contra sus labios, haciendo que todo el cuerpo de la rubia se erizara ante aquella palabra.

Luisita volvió a besarla una última vez antes de separarse para poder seguir hablando.

– ¿Te puedo preguntar algo?

– Claro.

– Anoche dijiste que volviste porque querías saber si era feliz, ¿qué habría pasado si hubiese sido así?

– ¿A qué te refieres?

– A que, si hubiese sido feliz con la relación que tenía, ¿habrías luchado por mi igualmente?

– No. – a Luisita se le cayó la sonrisa porque, si hubiera sido al revés, ella si lo hubiera dado todo por estar con Amelia. – Si hubieses sido verdaderamente feliz con otra persona, no habría podido romperlo. Yo lo único que quiero es que tú seas feliz, incluso si eso significaba hacerlo sin mí.

– ¿O sea que sacrificarías tu felicidad por la mía?

– No, cariño. Es que yo al verte feliz también lo habría sido.

Luisita intentó retener su sonrisa mordiéndose el labio, pero fue imposible, porque no podía ocultar su felicidad.

– ¿Cariño? Vaya... ¿ya no soy pitufa?

Amelia sonrió al darse cuenta del apelativo que le había salido sin pensar y pudo ver que los ojos de Luisita estaban especialmente iluminados.

– ¿Te gusta el cambio?

– Bueno, me gustaba pitufa por ser especial, pero tampoco te he escuchado decir "cariño" nunca a nadie.

Era cierto que la única pareja de la ojimiel que había conocido Luisita había sido Sara, pero nunca escuchó que se llamaran con ningún tipo de apelativo una a otra.

– Es que tú eres especial. – volvieron a besarse, porque era imposible no hacerlo, pero Amelia quería seguir con aquella conversación. – Entonces, ¿estás bien? ¿No te arrepientes?

– ¿Cómo me voy a arrepentir de la cosa más bonita que me ha pasado en la vida? – pero entonces la sonrisa de Luisita cayó un poco al pensar que Amelia si lo estuviera haciendo. –¿Tú te arrepientes?

– Mira yo solo me arrepiento de todo el tiempo que he estado ocultándote mis sentimientos.

– No era nuestro momento, Amelia. – y lo dijo calmada, sin rencor, como si ya hubiera hecho las paces con el pasado.

Amelia quiso preguntar si ahora lo era, quiso preguntar si ahora había posibilidades de cumplir ese sueño de pasar su vida junto a ella, pero sabía que no era el momento de aquella pregunta. Sin embargo, de lo que no tenía duda era del amor con la que la estaba mirando ahora mismo, así que decidió dejar esa conversación para más adelante.

– No, no lo era. – le acarició la espalda con sus dedos y Luisita cerró los ojos ante el contacto.

La rubia volvió a abrir los ojos porque no quería perderse ni un detalle de la imagen que tenía delante, porque seguía sin creerse que aquello fuera real y por si acaso no quería apartar la vista por miedo a que desapareciera de su lado.

– ¿Entonces lo que pasó ayer no fue un sueño?

– Fue un sueño hecho realidad, mi vida.

– Pues yo no me quiero despertar nunca Amelia.

Amelia se rio y se acercó a ella para besarla una vez más.

– Ni yo, pero hay que levantarse.

Un refugio en ti (#1)Where stories live. Discover now