Capítulo 4

47 13 6
                                    

L

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

L

as calles estaban cubiertas de un rojo carmesí, las casas tapizadas con pedazos de madera desde el techo hasta la puerta, el viento soplaba con intensidad levantando el polvo que se había acumulado en el suelo y los animales aguardaban dentro de sus casas sin hacer un solo sonido.

—¿Dónde está toda la gente? —murmuró Adam mientras todo su cuerpo se estremecía con el viento que daba justo en su espalda. —Olivia—volvió a hablar con un tono más fuerte.

Aunque no hubiera recibido respuesta alguna a lo lejos se podía ver a una multitud acercándose a gran velocidad, con carretas, caballos y mulas cargando con armas de metal filosas.

<< ¿A dónde se dirigen?>> Pensó mientras su cuerpo se movía lentamente hacia atrás esquivando a la gente mientras sus tenis se llenaban del lodo en el suelo, el tiempo parecía correr muy distinto, las personas avanzaban a una velocidad constante, pero por más que Adam quisiera seguirles el paso, sus movimientos eran tan lentos como los de un caracol.

El cielo perdió aquel color rosado y se complementó con el de las calles, las casas apagaron sus luces y un hermoso carruaje dorado con campañillas que tintineaban se acercó con un hombre dentro de él.

Aunque el interior era borroso aquellos ojos profundos negros eran inconfundibles para Adam.

—¿Ethan? —Trató de acercarse con rapidez al carruaje siéndole imposible el tocarlo.

—¿Por qué?, ¿Por qué no puedo tocarlo? —Tras millones de intentos el cansancio lo hizo sentarse en el suelo mientras tocaba su pecho que comenzaba a doler.

Pasados veinte segundos el paisaje se tornó negro haciéndole el imposible ver—¡¿Qué sucede?! —Fue lo que dijo antes de despertar

—Adam, ¿te sientes mejor? —Dijo tocando su hombro lentamente mientras sonreía

—¿Qué sucedió?

—Te desmayaste en el mostrador ¿te sientes bien?

—Sí, estoy bien, debería volver adentro—quitó la toalla húmeda de su frente y con la poca fuerza que tenía se levantó de la silla

La puerta se abrió y Ethan apareció con dos bolsas blancas en cada mano mientras comenzaba a sacar varios medicamentos y un par de bolsas calientes. —¿Te sientes mejor?

—¿Qué hace él aquí? —preguntó confundido aún sujetándose de uno de los muebles.

—Estaba en la tienda ¿recuerdas?

—Sólo recuerdo que la señora y el niño entraron molestos a la tienda, de ahí en fuera no recuerdo nada más.

Oliva y Ethan se miraron confundidos y continuaron con lo que hacían—Seguro ya estabas mal desde hace un tiempo así que no te preocupes, sería bueno te llevemos a casa, es tarde y no creo que debas ir solo.

Castigo eternoWhere stories live. Discover now