—Señor Wayne, según ella, es su acompañante de esta noche —le dijo la mesera, causando que yo engrandeciera los ojos.

—Si no le importa, ya puede retirarse —le respondí de inmediato—. Gracias por guiarme hasta aquí.

Adrián sonrió con ironía y arrogancia, esquivando mis ojos al darle un sorbo a su bebida. Se encontraba sentado en un acojinado sillón de cuero junto a una mesa. Por obvias razones, estaba solo y la mesera había tenido razón; él estaba ubicado en el área más oscura del lugar. Ni siquiera podía verlo bien. Sin embargo, a pesar de que me sentía nerviosa, comenzaba a divertirme con la situación de la misma forma que él lo hacía, porque era muy evidente que estaba divirtiéndose.

—Supongo que ya estarás satisfecha —me dijo cuando la mesera se marchó.

—¿Del escándalo que ha ocurrido o del hecho de que estoy aquí frente a tus narices?

—No, no me refiero a eso —volvió a darle un sorbo a su trago y miró mis piernas con sumo descaro. Me estaba desnudando con su hermosa e intensa mirada—. Me refiero a que debes de estar satisfecha de que finalmente sabes directamente todo de mí y aun así logras tenerme.

—¿Crees que ya sé todo de ti? Porque yo no lo sé —coloqué mi palma sobre mi cintura y apoyé el peso de mi cuerpo sobre una de mis piernas, mostrándome sugerente, pero segura y empoderada.

—Así es, ya sabes todo de mí de forma directa —me miró fijamente desde su posición. Ni siquiera me había pedido que me sentara junto a él—. También lo digo porque me voy a venir adentro de ti en este lugar.

—¿Eso crees? —bufé, echándole más leña al fuego.

—Tu pregunta me parece un reto y que me retes es fascinante, porque aun así lo haré —me dijo fríamente, con la voz más ronca de lo normal—. Ya que te dejé hacer lo que se te dio la gana en este sitio, ahora me toca a mí, pero contigo. ¿Sabes por qué?

Tragué saliva al ver que mantenía su boca entreabierta de manera sensual, situación que me excitaba sobremanera.

—Porque estoy sumamente disgustado, Alysha Nerea —remarcó—. Como te había mencionado, no me molesta que me celes, porque me encanta que lo hagas. Eso eleva mi ego y causa que quiera estar adentro de ti todo el jodido tiempo, como ahora. Sin embargo, que dudes de mi lealtad me tiene muy, pero que muy enojado.

—Lo entiendo, Wayne, pero el panorama tampoco se veía a mi favor —contraataqué—. Llevabas días comportándote de manera misteriosa cuando se trataba del señor Hernández. Sin contar que luego de que terminé mi turno en mi primer día como residente, fui a buscarte a tu oficina de guardia, como habíamos quedado. ¿Recuerdas? —bufé con fastidio—. Sin embargo, Adrián Wayne, estabas de un pésimo humor por la conversación que tuviste con Johanna y me trataste como la mierda.

—Jamás te he tratado como la mierda y si lo he hecho, ha sido sin darme cuenta. Ojalá en algún momento puedas comprender de lleno que mi temperamento es parte de esos padecimientos que sabes que experimento y que intento controlar. Aun así lo hago y trabajo en mí en ese aspecto, por ti y por mí. Lo sabes mejor que nadie, así que te pido disculpas si te hice sentir como dices.

—No —espeté—. Pídemelo como lo que soy, como tu mujer.

Frunció el ceño y se levantó de golpe del asiento, retándome desde el otro lado de la mesa al mirarme con desafío.

MCP | La Residencia ©️ (Parte 2) (¡Completa!) ✓Where stories live. Discover now