《Tratado de paz》

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— Con todo el respeto que merecen, ustedes han perdido la cabeza

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— Con todo el respeto que merecen, ustedes han perdido la cabeza.

— Es así como siempre se hizo. Desde generaciones anteriores a la nuestra e incluso a la de nuestros abuelos, es ley que dos naciones se unan en matrimonio como son de paz — aclaró un hombre de edad avanzada mientras fumaba de su pipa, intentando convencer a los líderes de Konohagakure, Sunagakure y Uzoshiagakure de aceptar la idea de un matrimonio arreglado, un matrimonio bigamo.

— Me niego rotundamente a casar a mi hijo mayor en un matrimonio con la princesa de Uzoshiogakure.

— Secundo la noción — habló el Kazekage —, tampoco creo que casar a mi hijo sea la mejor solución.

Ambos hombres parecían haber entrado en razón al saber lo asquerosa que era dicha tradición, una que envolvía vidas que no les pertenecían como para decidir por ellos.

— Nanaidame tiene una hija menor, si no desea entregar a su hijo varón, tal vez debería entregar... — la mesa fue golpeada con brusquedad. A Naruto le había asqueado la idea, no quería seguir oyendo más disparates, en especial si estos podían involucrar a su pequeña hija en un matrimonio arreglado, tal vez con un mal hombre o uno mucho mayor que ella.

— Por favor, ¿podemos calmarnos? — imploró la reina de Uzushiogakure, quien sabía que esta decisión era la más sabia y a la vez la más asquerosa de todas.

La Uzumaki sabía perfecto que aunque su hermano se negara a verlo, las tres naciones se habían debilitado lo suficiente como para pelear por territorio con las demás aldeas aliadas, y era justo por eso que la única salida era desposar a sus sucesores.

— Ni Boruto ni Himawai van a contraer matrimonio. Mi hijo no desposará a su prima y mi hija jamás deposará a un adulto.

La sala completa, la cuál estaba llena de ancianos y consejeros de edad avanzada, se quedó en un profundo silencio, como si buscaran una salida mucho más sencilla para sus líderes. Todos sentían empatía y aprecio por Naruto y Gaara, en especial por sus hijos, los cuáles eran una réplica de ellos, lo cuál les llevó a creer que sería una lástima desposar a alguien débil como lo era la unigénita del clan Uzumaki.

Nueve horas habían pasado desde que la reunión comenzó y ninguna parte había llegado a un acuerdo, de hecho, no habían avanzado de la misma situación con la que comenzaron.

— No comprendo el escándalo causado por un matrimonio arreglado, Konoha y Suna ya tuvo un matrimonio por conveniencia, ¿No es así princesa Temari?

La mencionada golpeó la mesa con fuerza e ira acumulada.

— Nuestro matrimonio jamás fue arreglado, nosotros nos casamos por amor — dijo con las mejillas rojas por ira y por vergüenza.

— Y fue una estupidez, una en completo enorme porque pudieron lucrarse del apoyo de las naciones y si podían enamorarse si no, aguantarse.

Los cinco grandes de la guerra ninja se asquearon con tales palabras. No tenían opción alguna más que llegar a un acuerdo, pero tenía que ser uno en donde las menores pérddidas fueran aceptadas como un daño colateral. Por un lado, Naruto no podía permitir que el incesto o la pedofilia disfrazadas de costumbre siguieran a estas alturas, mientras que por el otro, sabía que tenía una responsabilidad demasiado grande sobre sus hombros y los de su familia.

El peor día de mi vida - Shikadai Nara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora