''Si Quieren Guerra...''

Start from the beginning
                                    

−...entonces dijeron que vendrán el último mes. −Termina −Agendé una hora para el 30 a las 9 am. −Mira sus hojas.

−Perfecto −Digo monótonamente.

Como puedo notar que aun no abandona la habitación levanto una ceja. Él vacila incómodo en su posición, me mira como si fuese a decirme algo que no me va a gustar.

− ¿Ahora es cuando me cuentas algo particularmente malo? −Me carcajeo. Así como llevamos las cosas no hay nada que pueda afectarnos considerablemente.

−Si, o tal vez no, es solo que...

−Vamos −Digo bravuconamente. Lárgalo.

−Filtraba sus correos... −Dice. −Y había uno sospechoso... evidentemente hecho para la ocasión.

−Ya −Digo ingresando. Directores de área, gerentes, administradores, bancos, conocidos y amigos de la familia, organizaciones... uno de Noelle y uno que evidentemente es falso.

− ¿Qué? ¿Un hater? −Bromeo entrando.

Hay un par de insultos, nada del otro mundo.

− ¿Eso es todo? Tenías que borrarlo, para eso te tengo −Le informo.

−Revise las fotos −Me mira como si verme la cara fuese incómodo. Une los brazos al torso algo sudoroso como si estuviese a punto de ser fusilado.

Lo hago para ver de qué diablos no me entero. Creo que está exagerando como siempre, hice bien en escogerlo, pero a veces les da importancia a cosas que no las tie...

−... −Una serie de señales y mensajes se disparan en mi interior, son tantas que me quedo plantada ahí, parpadeando. Apenas moviendo las manos para verlo una y otra vez.

Subo y bajo por el mensaje viendo todo lo que hay.

Lo hago de nuevo recorriendo las fotos, hacía muchos años, alguien no me descomponía el estómago así, mis tripas se retuercen al tragar esta incómoda información. Hay una calle cerca de la parte trasera del edificio, está el nombrado Spa, uno desconocido, y la maldita motocicleta es la que hace que todas las piezas calcen... toco mi sien.

Ahí está.

La mujer que hace que mi hija se ausente todo el maldito fin de semana, y todos estos días, no puedo creer que estuvo bajo mis narices...

Y que no era la maldita enana. La sangre sube por mi cuerpo hasta abombarse toda en mi cabeza. (O al menos, así se siente)

Sin darme apenas cuenta de mis actos me pongo de pie y golpeo la mesa. El fuerte estruendo hace que mi secretario abra los ojos de par en par.

−Por favor −Gimotea.

Le arrojo el papelero, se agacha y lo esquiva. Se estrella contra la pared.

Mi Pareja Perfecta IVWhere stories live. Discover now