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Mina aspiró profundamente, el aroma de su omega que se había intensificado, no desecharía la oportunidad que la diosa Luna le había dado.
Pero claramente sus planes siempre se verían interrumpidas.
—Suelta a mi hija, Myoui Mina — ¡Uhg! Justamente tenía que aparecer el padre de la omega, utilizando su voz de mando que para nada le había afectado a la loba de perfecto linaje.
—No, usted apártese de nosotros. — Respondió Mina haciendo al alfa mayor gruñir.
Sí, el padre de Nayeon era un alfa demasiado posesivo con su familia y es que esté tenía solo a dos omegas que proteger, y esas omegas solo eran Nayeon y su madre. Si alguna vez tuvo que darle el pase a los alfas Myoui, es por qué el padre de Mina y él, son muy buenos amigos.
—¡Nayeon! — Llamo a su hija, pero esta estaba aferrada al cuerpo de Mina sin intenciones de soltarse—. Ven acá, hija — Nayeon gruño hacia el alfa, rechazando el aroma que desde niña le confortaba — No me gruñas. — Le reprimió utilizando su voz de mando, pero la omega parecía no doblegarse ante él.
—Alfa... Tómame... —El lobo de Mina brinco emocionado, tomando a la omega entre sus brazos y dándole un besito en la frente, afirmando que lo haría con gusto.
—Sujeta tus piernas a mis caderas... — Nayeon hizo lo que su alfa le estaba pidiendo, ignorando los gritos de las familias, Mina salió por una de las ventanas llevándose a la omega con ella, que ronroneaba en su cuello y una que otra vez suspiraba por lo tranquilo que estaba en los brazos de su Alfa.
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