Maldita Sheena. Como no cortara aquello de raíz, la noticia se extendería rápidamente por todo el edificio.

—Gracias —dijo Simran, aceptando la taza de té.

—No tiene por qué darlas —le contestó Mandira con cariño—. Si necesita algo más, sólo tienes que llamarme.

—Esto será todo, Mandira.

Mandira les dirigió una sonrisa antes de marcharse y Raj hizo un ligero movimiento de cabeza para advertirle que mantuviera la boca cerrada antes de volver a prestar atención a la mujer que estaba frente a él.

Intentó conjurar la noche que había pasado con ella, aquella vez desde un punto de vista más pragmático, sin el ardor y los confusos sentimientos que se apoderaban de él cada vez que pensaba en Simran.

El día que la había conocido había sido infernal. A las cinco de la tarde tenía un terrible dolor de cabeza, y lo último que le apetecía era tener que asistir a la fiesta de presentación de aquel perfume. Pero había cedido y al final había decidido asistir. El lugar estaba al límite de su capacidad, y Raj había tenido que recorrerlo varias veces, estrechando manos y haciendo comentarios amables. La tentación de marcharse era demasiado grande para combatirla, y estaba a punto de hacerlo cuando había aparecido Simran.

Como en una vieja película de amor, la multitud parecía haber desaparecido mientras sus ojos se encontraban. Sin pensarlo dos veces, Raj había caminado hacia ella. Simran le había sonreído, y en ese preciso instante había desaparecido por completo el dolor de cabeza. Habían empezado a hablar, y Simran había conseguido hacerle reír. En mejores circunstancias, no era nada fácil, y aquella noche podría haber sido considerado un auténtico milagro.

Raj le había preguntado que, si le apetecía ir a dar un paseo para tomar un poco de aire fresco, y ella había aceptado encantada. Moviéndose lentamente entre la multitud, habían conseguido salir sin que nadie lo advirtiera. Sin proponérselo, habían terminado cerca de casa de Raj, y éste la había invitado a pasar a tomar una copa.

Los recuerdos se avivaron cuando vio a Simran bebiendo el té y mirándolo sobre el borde de la taza.

Volvieron entonces los confusos sentimientos de aquella noche. A Raj le resultaba imposible recordar el resto de lo ocurrido sin ellos.

Habían estado hablando como si se conocieran de toda la vida. Cuando Simran le había hecho un comentario sobre la decoración, se había ofrecido a hacer un recorrido con ella por toda la casa, y habían terminado en su dormitorio. Simran había empezado a bromear sobre el tamaño de su cama y él le había dicho que la probara. La joven se había tumbado divertida, deleitándose con la suavidad de las sábanas de seda.

Entonces habían vuelto a encontrarse sus miradas, y el mismo fuego que lo había impulsado a acercarse a ella en la fiesta, lo había llevado hasta el borde de la cama.

Simran parecía tan desinhibida que inclinarse hacia ella y besarla le había parecido la cosa más natural del mundo.

Y desde ese momento había perdido la noción del tiempo y de todo lo que los rodeaba. Habían hecho el amor tan libremente, con tanta naturalidad como si hubieran estado haciéndolo durante años.

Esa era la razón de que le resultara imposible olvidar aquel momento.

Y si había sido algo tan especial para él, también tenía que haberlo sido para ella.

Por eso le resultaba tan difícil creer que lo hubiera olvidado todo.

Todavía no podía saber si aquello era una actuación. Y no podría saberlo hasta que no tuviera oportunidad de comprobarlo por sí mismo. Pero conocía a Sheena, y ese era un punto a favor de Simran. Sheena llevaba mucho tiempo trabajando a su lado, y confiaba plenamente en ella.

Encuentro AmorosoWhere stories live. Discover now