28. Tuyo, nuestro.

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Aquel era un tema que todavía le resultaba algo humillante a Amelia. No terminó sus estudios voluntariamente, y en ese momento ella era muy consciente de lo que hacía, pero no se hacía una idea de sus consecuencias y de lo mal que la mirarían cuando solicitase trabajo a lo largo de su vida, cuando miraban su curriculum y la miraban con superioridad.

- No habrías tenido nada de lo que avergonzarte, aunque admito que te hubieran matado, ya sabes que eres una hija más.

- Lo sé.

Sonrió, haciendo que la rubia también lo hiciera, porque ella también sabía que Marcelino le habría echado una bronca monumental.

- Aun así, Amelia, yo te conozco, eres inteligente y no te hace falta ningún título que te lo acredite. Estoy segura de que María nos ayudará con todo el tema empresarial, y, no sé, podríamos crear una especie de escenario para hacer funciones infantiles, así tampoco dejarías de actuar. – dijo dirigiéndose al otro lado del local, señalando un pequeño espacio que sería perfecto para aquella idea.

- ¿Tú crees? – preguntó dudosa.

- Claro que si, estoy segura de que será un gran llamamiento.

Luisita aún podía ver que Amelia estaba bastante insegura, y lo último que quería era forzarla a trabajar con ella si no quería, pero sabía que si se negaba no se lo podía tomar como algo personal, y efectivamente, era así.

- ¿De verdad quieres que sea tu socia? – al ver la cara de sorpresa de la rubia, siguió hablando para justificarse y que no sonara como que no quisiera hacerlo. – A ver Luisita, que te agradezco que pienses en mí para esto, pero, no sé, ¿de verdad crees que yo puedo llevar un negocio?

Por primera vez en su vida, Luisita se dio cuenta de una cosa, y es que Amelia también tenía inseguridades. Se había pasado toda su vida viéndola como un modelo a seguir, alguien fuerte a quien admirar, pero lo cierto es que la ojimiel también tenía sus propias dudas sobre sí misma, y no se veía para nada capacitada para esto. Para Amelia, ella era una simple chica que nunca había llegado a nada más que a camarera y para hacer alguna que otra actuación de barrio. Luisita se acercó a ella con esa sonrisa tierna que tanto hacía que las defensas de Amelia bajaran, y le cogió de las manos.

- Claro que sí, Amelia, de hecho, creo que eres la mejor persona con quien montar un negocio, ¿y sabes por qué? – la morena negó. – porque eres una superviviente.

- Luisita, por favor. – rio algo ruborizada.

- ¿Qué pasa? Es verdad, Amelia. ¿Eres realmente consciente de lo difícil que es sobreponerse a todo lo que tú has pasado en tu vida? Y sé que hay muchas cosas que yo no sé, porque hay penas que sólo las conoces tú, pero a todo te has enfrentado tú sola. ¿Y qué es un negocio después de todo eso?

Amelia miró a Luisita, creyéndose esas palabras, y miró a su alrededor, haciendo que aquel silencio pesara sobre la rubia, hasta que finalmente habló.

- Está bien.

Los ojos de Luisita se ampliaron y luego los siguió su sonrisa.

- ¿Si?

- Si, pitufa. – le contestó riéndose ante el tono de entusiasmo de aquella pregunta.

- Entonces... – miró a su alrededor. – ¿Esto es real? ¿Vamos a montar un negocio?

- No, vamos a montar EL negocio de tus sueños. – apretó el agarre de sus manos que aún seguían unidas. – Tú y yo, juntas, y te aseguro que lo conseguiremos.

No quiso decirlo, pero Amelia daría absolutamente todo porque aquella librería viera la luz, y no sólo por Luisita, sino por callar a aquellos monstruos de la rubia que le decían que nunca lo conseguirían, los internos, y los que tenían forma de exnovia. Porque si había alguien en este mundo que merecía cumplir sus sueños, esa era Luisita.

Pero entonces, vio como en aquellos enormes ojos marrones que habían estado todo el rato iluminados se empezaron a formar lágrimas, sin que las rubia pudiese retenerlas. Y entonces, no sólo las dejó caer sin más, sino que empezó a llorar y a llorar de verdad.

- Lo siento, Amelia. – dijo entre lágrimas.

- No me pidas perdón, nunca pidas disculpas por llorar.

- Te aseguro que son lágrimas de alegría. Es que... no te haces una idea de lo mucho que he deseado esto, y no sólo eso, sino de lo mucho que he trabajado para intentar conseguirlo y las muchas cosas que he visto en la asociación y he pensado, "joder, ojalá tuvieran este espacio ya para escapar". Y ahora... ahora es real. – y lo último casi ni se le entendía por aquel sollozo.

Amelia soltó una de sus manos de la de la rubia y pasó su pulgar por su mejilla para recoger una lágrima, pero eran demasiadas las que ya salían por sus ojos, hacía falta mucho más para recoger aquel llanto, así que simplemente, la rodeó con los brazos.

- Has llorado demasiado por tristeza, creo que ahora también te mereces llorar por alegría, porque es real, Luisita, créetelo.

Al escuchar aquello, Luisita no pudo evitar rodearla de la misma manera que lo hacía la ojimiel, y apretó aquel abrazo con todas sus fuerzas.

Estaba pasando.

Era real.

Estaba cumpliendo sus sueños.


Ahora sí, ahora voy a vivir por y para mí.

Un refugio en ti (#1)Where stories live. Discover now