𝗟𝗼𝘀𝘁 𝗶𝗻 𝗽𝗮𝗿𝗮𝗱𝗶𝘀𝗲. . .
perdido en el paraíso, la noche y el día se desvanecen, cuando el tiempo sea difícil habrá un acceso a tu amor.
relatos cortos, personaje
x lectora (ocasionalmente
lector), au's o tramas
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El armonioso canto de las cigarras resonó en cada esquina de la ciudad, anunciando la llegada del verano. El sol envolvía a los habitantes en un amistoso y sofocante abrazo, aún con su despedida tras el horizonte, el calor persistía.
Se observaba en el gran espejo situado en una esquina de su cuarto, sintiéndose avergonzaba ante su reflejo. En esa calurosa mañana sabatina se había despertado temprano, con la sorpresa de estar adherida al colchón de la cama, en consecuencia a la alta temperatura del ambiente que la hacía desprender sudor en abundancia.
Su despertar a primera hora del día se debía al viaje a la playa que su novio, Yuta, había planeado con antelación cuando el verano hizo su aparición. La emoción que desbordaba era apagada por la inseguridad de vestir un traje de baño.
La ola de pensamientos negativos la hizo naufragar en la isla de la creencia de que su cuerpo no era adecuado para lucirlo. El rechazo hacia sí misma la obligaba a usar prendas que no destacaran aquello que le avergonzaba. Comprar ese traje de baño fue como tirar el dinero a la basura, y aunque deseaba devolverlo, ya lo estaba usando.
Sus ojos recorrieron su reflejo, analizándose por completo, calificando con una mala nota cada parte de su anatomía. Las emociones negativas la atacaron, bajando su estado de ánimo.
Pensó en las hermosas chicas de la playa que lucían una hegemónica figura, resaltada aún más por sus trajes de baño. Su presencia se vería opacada mientras Yuta mantendría sus ojos en ellas.
Refugiándose bajo la toalla, se distanció del espejo que multiplicaba sus inseguridades. A pesar del calor que la habitación almacenaba como un horno, decidió ocultarse, lejos de los ojos ajenos que la juzgarían con repudio.
─ ¿Ya estás lista? ─la voz de Yuta traspasó la puerta, llegando a los oídos de la chica. ─ Aún tenemos tiempo para tomar el metro, así que sal cuando estés lista.
Los toques a la madera la sacaron de la falsa realidad creada por su mente, haciéndola olvidar momentáneamente de su novio. La culpa se manifestó, recriminandose por su egoísmo y de sus razones sin sentido para no ir a la playa.
Las estrellas fugaces surcaron los iris anochecidos de Yuta, en el momento de su invitación. La sonrisa imborrable de sus labios por la diversión que les aguardaba, con sus comisuras que se acentuaban al rubor esparcidos por sus pómulos. Recuerdos de ese día se evocaron en lúcidas imágenes, entre medio de las malas imaginaciones.
Sin embargo, no se inmutó, resignada a permanecer en la habitación, con la culpa carcomiendo su ser.
Angustiado desde el exterior de la habitación, Yuta no recibía respuesta a ninguno de sus llamados. Con la esperanza puesta en más toques y pronunciaciones al nombre de la chica, sus acciones resultaron en vano. Estaba preocupado por su bienestar pero el respeto a su privacidad lo obligaba a no ingresar. Sin esperar más, anunció en voz alta que entraría, abriendo unos pocos centímetros la puerta, se asomó, asegurándose de que no se encontrara vistiéndose.
