Prólogo

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Reena.

Salgo dando zancadas, urgida de aire fresco. El dolor arrollador y el asombro que me produjo enterarme de todo esto hacen que el nudo en mi garganta se vuelva más pesado. Me siento como una servilleta, utilizada y desechada de una forma humillante.

La vista se me nubla por las lágrimas que salen y empapan mis mejillas. Aprieto mi celular con rabia y me seco la cara, reprendiéndome a mí misma. Necesito irme de aquí, necesito no saber nada de él.

¿Cómo pudo...?

Paso saliva.

La barbilla me tiembla al recordar las duras palabras de su madre, al revivir en mi mente la expresión que tenía en su rostro al ver las pruebas, en lo estúpida e ingenua que fui todo el tiempo. Yo me fiaba de él, ponía el pie en la pared de que nunca me haría algo así. Y terminó haciéndolo.

Siento una mano cerrarse en mi muñeca, cortándome el paso. Se plantó delante de mí, sus ojos rojos y cargados de tristeza. Traté de mil maneras de que su rostro y cercanía no me afectase en absoluto.

— No te vayas así, escúchame. — me pidió con la voz casi rota, colocando sus manos en mis mejillas.

Me aparté bruscamente de su toque y eso pareció dolerle aún más. No lo quería cerca, no quería escucharlo, solo quería largarme de ahí lo antes posible. Me di media vuelta con la intensión de retomar mi camino, de dejarlo atrás, pero volvió a tomarme del brazo.

— Reena...yo...lo siento.

Me giré, con la cara ardiendo de la rabia y los sentimientos que sentía.

— ¡¿Lo sientes?! — exploté, descargándome contra él — ¿Qué sientes exactamente, verme la cara de estúpida?

— No, eso no...

— ¿Por qué no fuiste sincero conmigo? — odie sentir cómo me flaqueaba la voz — ¿Por qué me lo ocultaste todo?

— Yo no tenía ni idea. — respondió con la desesperación iluminando sus ojos — Yo no lo hice, yo no te engañé con ella...

— Ah, ¿no? — repliqué con una sonrisa irónica — ¿Entonces cómo me explicas lo que pasó allá adentro? ¿Fue por obra y gracia de la magia?

Mason pasó las manos por su cabello oscuro.

— Lo que sucedió no es como ellas lo dijeron. Yo no me...— puso una mueca de asco — Es tan asqueroso que no me provoca decirlo. Pero no fue como te dijeron. — se acerca al notar que me cubro el rostro con las manos — Nena, yo...

— No me toques. Apártate.

Fue como si le hubiera dado una bofetada.

— Lo hiciste, Mason. — sentí que me faltaba el aire — De alguna manera, lo hiciste. — lo miré con los ojos llorosos — Ahora, por favor, hazte responsable. — cerré los ojos un momento, intentando estabilizarme — Si ella es lo que quieres no la lastimes.

— Ella no es lo que quiero, ella no...

— Ahora él o ella son tu propósito. — me arranqué el collar de un tirón, tomé su palma y se lo devolví — No lo arruines.

— Reena, por favor no...

Lo ignoré. Ignoré también cómo sus ojos se decaían y brotaban lágrimas de ellos. Seguí mi camino sintiendo ganas de vomitar y un sentimiento que amenazaba con volverme pedazos ahí mismo. Como pude llegué al auto y arranqué lejos de ahí. Lejos de él. 

SOLO SI ES CONTIGOWhere stories live. Discover now