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Feng se sentó en el borde la cama, secaba su cabello mientras veía la espalda ancha de He Xuan frente a él, aquel tatuaje que tanto le gustaba en el contraste de la piel porcelana del mayor. Ambos acababan de tomar una ducha juntos, por lo que podían verse las marcas rojas de uñas clavadas en la piel pálida del mayor. El más bajo se acercó a su pareja para ver el pendiente nuevo que le había entregado hace unas pocas horas atrás.

Después de la noche tan especial para ambos en la playa, siguieron aquella aventura veraniega con mas emoción y deseo. Feng, le regaló un pendiente muy especial a He Xuan para darle a aquellos momentos y sentimientos floreciendo en sus pechos algo a lo que aferrarse cuando todo acabe en unas pocas horas.

El pendiente era uno de un abanico en el que se notaba claramente el carácter de viento, mientras que el chico portaba uno de un esqueleto de pescado, representando así al empresario.

—¿Te gusta? —Le preguntó Feng al pelinegro por sexta vez desde que se los colocaron.

—Ya te dije que sí, no volveré a repetirlo.

He Xuan se giró tomando la toalla de su amante y así poder secar el cabello de este con cuidado. Feng se colocó de puntas de pie para besar los labios del pelinegro, pero este levantó su cabeza provocando que los labios del chico chocarán con su barbilla afilada y bien rasurada.

—Beso. —Insistió Feng.

—No, hay que salir.

Este era su último día en la isla. Mañana, ambos dejarían aquello que tenían para volver a sus vidas separadas, solos y con el recuerdo del otro en sus corazones. He Xuan había intentado saber más de Feng, pero este ignoró sus intentos y siguió aquél juego de dos desconocidos unidos por el deseo, el anhelo de amor y más tiempo juntos.

Al terminar de cambiarse, ambos salieron de la posada en dirección a una zona aún inexplorada por ambos. Se llamaba el Horno, un nombre extraño pero que tenía sentido para la historia de la isla y sus deidades. Feng insistió en que el último día debía terminar con los dos allí, en uno de los puntos altos del lugar y el atardecer como despedida.

He Xuan se iba mañana a primera hora, Feng por otro lado partía esa misma noche. El empresario había insistido en que el chico se quedara hasta la mañana siguiente y ambos poder estar más tiempo juntos. Pero el vuelo del chico era el último de la noche, no podía cambiarlo. Ambos intentaban no pensar en eso mientras caminaban rumbo al lugar, pero era imposible.

El camino a lo alto de lo que alguna vez fue un volcán en erupción, era pleno bosque y camino. Había algunos puestos en algunos puntos del camino dónde se podía comer, parar y descansar. He Xuan y Feng no tenían prisa por llegar arriba, aún así no se detuvieron en ninguno de esos lugares para descansar. Hablaban de algunas cosas mientras caminaban hacia arriba, pero Feng se notaba muy pensativo.

He Xuan tenía algo muy claro en su mente, antes de que Feng se fuera quería decirle la verdad. Le gustaba. No le pediría un mundo juntos, quedarse con él y olvidarse de todo para vivir en esa isla. Jamás pediría algo así. Pero si quería decirle a alguien como se sentía, aún si esos sentimientos no eran correspondidos completamente.

—Estamos por llegar. —Le comentó Feng cuando podían ver ya varias personas cercanas en el camino. —Tengo que contarte algo, varias cosas en realidad.

El castaño redujo su andar, He Xuan le siguió para poder seguir a su lado y escuchar lo que le contaría.

—¿Te molestan las personas que se visten de mujer?

La pregunta fue hecha con nerviosismo, miedo y la voz de Feng sonaba tan baja que si no fuera por el silencio al rededor, He Xuan quizás no hubiera escuchado la pregunta de este.

❛ El Tesoro de la isla ❜ | 宝藏 | ShuanXuan (Beefleaf)Where stories live. Discover now