—Al parecer tu niñato no te hace caso, Evans.  Está claro que te desobedeció, planeó llevarse a mi mujer, y estoy seguro de que a mi hija con su amante también,  vaya par andan juntos.

—¿Cómo estás tan seguro de que mi hijo está involucrado? ¿Ya has buscado a Jayne en la residencia de sus padres, o tal vez en la de los duques de Agnes? — preguntó lord Lewis, y al conde le pareció una buena idea hacerle una visita a los duques de Agnes, lady Liviana era la mejor amiga de su mujer, ella debía de saber algo.

—No, pero estoy seguro de que están juntos — respondió Jacob —, puedes verificarlo por ti mismo, mañana, o tal vez pasado mañana, y notarás la ausencia de tu desobediente hijo.

—Lo siento, Jacob, pensé que la amenaza que le hice serviría para mantenerlo bien alejado de tu esposa.

—Al parecer la amenaza solo duró cinco años, se debilitó tu palabra, Evans. ¿Crees qué unas simples cartas pueden demostrar la legitimidad de Jayne? Claro que no, pero hace cinco años tu hijo era muy ingenuo para verlo, ahora no, se dio cuenta de que las cartas no prueban nada.

—Pero crearía la duda — dijo lord Lewis —. Mi hermana nunca especificó la fecha de nacimiento en sus cartas, además, está el hecho de que Juliet en esa época estaba muy enferma en el campo, muchas pruebas a mi favor, Warwick.

—Por supuesto, pero esas pruebas quedarán sumergidas en lo más profundo de tu mente, Evans, no permitiré que arruines el nombre de mi mujer con algo del pasado.

—¿Y si Claire vuelve? — preguntó lord Lewis.

—No lo hará, lo único que la mantiene lejos es saber que su hija está supuestamente muerta. Y espero que siga creyéndolo — dijo el conde.

—Por supuesto.

—¿Y dónde se encuentra Claire en estos momentos?

—En América, con su nuevo esposo e hijo — respondió Lewis.

—No sabía que se había… casado — dijo el conde algo molesto.

—Sí, hace bastante tiempo…  — el conde volvió a apretar sus manos en puño conteniendo la ira.

—Ella sería mi esposa ahora, pero el imbécil de Caleb me la arrebató, luego la arruinó y la dejó embarazada, todo por un capricho — dijo el conde colérico —. Por eso pienso hacerle miserable la poca existencia que le queda, y que mejor que arruinando su ducado y a la preciosa hija que tuvo con Claire, que por ironías de la vida, hoy es mi esposa.

—¿Y qué pasará cuando él exija tu parte del trato? — preguntó Lewis — Te casaste con Jayne, a cambio, pagarías su deuda.

—Ambos sabemos que tal deuda no existe.

—Pero él no lo sabe — respondió Lewis.

—Punto a nuestro favor, no pagaré algo no existe, más bien haremos que esa supuesta deuda crezca, y que todo Londres sepa que el ducado Devonshire está arruinado — dijo el conde sonriendo de medio lado. Esa era una de sus venganzas contra Caleb. La segunda, sería contra su preciosa hija, esa la disfrutaría más que todas.

—Quisiera quedarme un poca más, Evans, pero tengo que hacerle una rápida visita a los duques de Agnes.


La residencia Agnes era todo un desastre, gritos por aquí, más gritos por allá, empleados por casi toda la mansión, y una muy estresada Liviana.

—Excelencia, ¿prefiere el color hueso o blanco? — preguntó una de las empleadas, Liviana no había escuchado muy bien, tanto el llanto de los bebés, como del ajetreo en la mansión la tenían aturdida. Hace unos días los niños no dejaban de llorar, pero ese día estaban bien pesaditos los bebés, y más aún la pequeña, aunque su hermanito Alexander no se quedaba atrás.

Lazos del pasado (Saga #2 «Amores encadenados»)Where stories live. Discover now