Poeta literario

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Estaba Arturo caminando por la acerca frente a su casa pensando si entrar o no a su vivienda. Su madre y su hermana menor estaban siempre discutiendo de todo y por todo.

Él hace unos años se había mudado a vivir en el campus pero solía visitar frecuentemente a su familia los fines de semana. 

Esta vez no tenía ganas de escuchar los líos, reclamos y gritos entre su hermana y su madre discutiendo porque ella siempre sale, porque no ayuda en casa, porque mamá es la única que hace todo, porque Martha ya tiene 19 años y no quiere ir a la universidad, porque sale de fiesta en días de semana. 

Y Martha reclamándole a mamá que ella es machista y que a mi, su hijo varón, nunca me exigió ayudar en nada en casa, que yo fui siempre su favorito y ella no fue deseada, exigiéndole que le diera más dinero para divertirse. 

Y yo haciendo de árbitro cada vez, en cada ocasión. Esta semana tuve exámenes en la facultad y estoy cansadísimo así que decidí pasar por la calle de frente e ir hacia la biblioteca pública que hay en el centro del vecindario.

Quizá podría decidir alejarme de los libros después de tantos exámenes pero a mi los libros me gustan mucho, leer, ahondar en historias literarias, descubrir y transportarme a otro mundo a través de las letras es uno de mis pasatiempos favoritos.

Así que me pongo la capucha y emprendo mi recorrido. Llegando a la biblioteca veo que todo el sistema ha cambiado y que no puedo acceder a ella si no cuento con un carné de vecino preferente. ¿Pero qué es eso? ¿Y desde cuándo hay controles de este tipo en mi vecindario?

Estoy haciendo que se forme detrás mío una fila inmensa de gente que desea ingresar pero no sé si estoy tratando de descifrar mismo hacker el sistema de entrada y poder acceder o si pienso que mis ojos se convertirán en una especie de láser y podré romper la barrera de entrada para ingresar.

Mientras pienso cosas absurdas veo que alguien se aproxima a mi, pasa su tarjeta por el lector y me empuja para que pasemos ambos my pegados por la barra ahora liberada del ingreso. 

Dejo que mi cuerpo sea arrastrado por esta persona que podría simplemente no haberme visto y estuviera caminando como si nadie ocupara mi lugar pero cuando terminamos de atravesar la barra giratoria de ingreso me dice:

-Necesitas el carné no solo para ingresar, para sacar cualquier libro, para acceder a un cubículo y para todo

-Entonces creo que seremos amigos_ le respondo sonando cordial para poder hacer uso de su carné y pasar a menos unas horas distrayéndome entre libros. 

Ella no me mira como un extraño que quiere aprovecharse de su carné de vecino preferente. 

-Soy vecino de este lugar. Vivo en la 312 de la calle printen _ le digo para que sepa que sí soy vecino pero no tengo el bendito carné.

-¿Qué dices? , nunca te he visto ahí, yo vivo en la 314. Si lo que dices es verdad tendríamos que ser vecinos y no te he visto nunca, pero no te preocupes te prestaré mi carné.

-Es en serio vivo ahí. Es decir, directamente ya no vivo ahí porque hace 4 años que me mudé a la facultad pero ahí vive mi familia

-¿Martha es pariente tuyo?

-Por la expresión con la que me lo preguntas me gustaría decirte que no pero debo admitir que es mi hermanita menor

-Son totalmente diferentes_ dice ella sintiéndose un poco avergonzada

-Sé que ella es linda y yo no

-Lo digo por la forma de ser. Ella no suele hablar con nadie y menos mostrarse amigable o cordial. No debería hablar mal de nadie pero me he ganado portazos en la puerta de su parte cuando he ido a tocar para pedir que baje el volumen de su música mientras intentaba estudiar, hasta que me rendí y saqué el carné de la biblioteca. Este es ahora mi lugar de paz.

Diario de conquistasWhere stories live. Discover now