Capítulo 1

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Hay una foto en casa, una en la que estamos todos: mis padres, mis cinco hermanos y yo. Es la favorita de mi madre, ella acostada en la camilla de un hospital, un pequeño bulto en los brazos. Fue para el nacimiento de Boris, mi hermano pequeño y el último integrante —gracias a Dios— todos estamos al rededor de ella, felices de poder conocer al bebé.

Mi grupo familiar está formado por ocho persona —me incluyo—, comenzando por papá: John Alva, un empresario y ex competidor de motocross, se retiró cuando nació Boris, quería dedicarse a él lo más que pudo o disfrutarlo más que a nosotros; mamá es una gran diseñadora de moda, todos en el pueblo conocen a la gran Natalie. Mis hermanos, todos varones para variar, el mayor es Eric, luego le siguen los trillizos: Adriano, Guido y Claus. Después de esos tres vengo yo y por último Boris.

Somos como los Weasley pero en vez de ser pelirrojos somos todos castaños, algunos sacaron los ojos verdes de mamá, Adriano y yo los ojos mieles de papá.

—¿Te gusta esa foto?

El marco se desliza entre mis dedos, cayendo al suelo. Terminando con los vidrios rotos y la foto debajo del mueble.

—Lo siento mucho —mamá corre y se agacha conmigo para juntar los pedazos de vidrio más grande.

—No pasa nada —voy por la escoba—, me asustaste.

Mamá suelta una carcajada, haciéndome sonreír.

—Lo aprendí de Boris, él siempre tan escurridizo e intentando asustar a todos.

Boris tiene seis años, y es el que más alejado está de nosotros. Para empezar, Eric tiene veintiuno, los trillizos 17 años y yo un año menos que ellos. Y como se darán cuenta es el más mimado de la casa —después de mí, claro— aunque nos haga bromas a nosotros, nuestra vecina es la que siempre se lleva la peor parte.

—Tus hermanos están buscándote.

Ayudo a terminar de juntar los pedazos, intentando no dejar ninguno olvidado, mis hermanos y yo somos de andar descalzos por la casa. Subo las escaleras, yendo directamente al cuarto de Guido, los ví ingresar a esa habitación pero suelen reunirse en el cuarto de Eric o Adriano para sus "charlas de hombres".

Toco la puerta, queriendo no volver a cometer el error de la semana pasada. Guido estaba con una chica en la habitación, teniendo sexo, mi error fue entrar sin avisar, llevándome el desagrado de verlos. Ellos se detuvieron cuando escucharon mi grito, con los ojos tapados intenté salir de la habitación, chocando con algunas cosas. Guido me regaño por no haber llamado a la puerta, sin embargo, él se llevó el sermón de mis padres.

—Adelante —ingreso al cuarto, encontrándome con mis hermanos más grandes—. Veo que aprendiste a tocar.

Cerré la puerta.

Me deje caer a un lado de Eric, que tecleaba en su celular sin parar.

—Aprendí la lección el día que te vi con esa chica.

—Me parece perfecto, ¿ustedes qué piensan? —mira a los demás, en busca de apoyo.

—Que no hay desgracia peor que verte desnudo —bromea Claus.

Adriano y yo reímos.

—Idiota.

—Noa —habla Eric, guardando su celular en el bolsillo de su pantalón—. Iremos a con papá, practicaremos un poco, ya sabes para prepararme para la próxima competencia, ¿quieres ir?

Raro. Ellos nunca me invitan, ni siquiera a las fiestas.

—¿Por qué la invitación?

Los cuatro se dieron una mirada entre ellos, buscando al posible hablador, el que me diera la respuesta que saben que no me gustará para nada.

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