•Prólogo•

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Narrador omnisciente

Todo era un caos. El lugar estaba cubierto de sangre, la gente gritaba y se podían oír los disparos por toda la mansión.

—¡Huye con tu hermano, Tn! —ordenó tu madre mientras disparaba por la ventana, matando a los yakuza enemigos que se encontraban en el patio

Ayato, el hijo menor de apenas unos tres años, se encontraba lloriqueando en una esquina de la habitación, pero debido al sonido de las balas sus sollozos amortiguaban.

Corriste hacia él, obedeciendo la orden de tu madre. Lo tomaste en tus brazos e intentaste calmarlo, dando ligeras palmaditas en su espalda.

—Hay una puerta secreta en esta habitación, pero debes mover la cama para escapar. —explicó tu padre— No te preocupes por nosotros, Tn. Los alcanzaremos luego.

Diste un asentimiento de cabeza y tuviste que dejar a tu hermano en el suelo nuevamente, para así, con ayuda de tu progenitor, hacer la cama a un lado hasta encontrar una alfombra roja, la cual cubría una puerta secreta hecha de madera.

Al abrirla, notaste que por dentro habían unas escaleras metálicas, las cuales llevaban al subterráneo de la mansión. No sabías que tenían uno hasta ese día.

—Cuando termines de bajar las escaleras, el único camino que encontrarás será en línea recta, pero luego te toparás con cinco puertas diferentes. Debes eligir la del centro, poniendo tu código de nacimiento en la puerta metálica y el de tu hermano también.

—¿Eh? ¿Y a dónde nos va a llevar eso? —señalaste asustada por la oscuridad del lugar

—Con Takano. —te respondió rápidamente— Dile que hubo otra pelea yakuza y nosotros te mandamos con él.

—Está bien. —accediste tragando saliva con preocupación

—También dale esta carta a Takano y obedece lo que él te diga. —esta vez tu madre se acercó a ustedes, entregándote un sobre, junto con una bufanda de color negro

—Esto es... —viste con sorpresa la prenda

—Es tu regalo de cumpleaños por parte de Eren. Vio que últimamente te resfrías mucho y quiso comprártela. —te sonrió entrecerrando sus ojos, tratando de que no vieras las lágrimas que se habían acumulado en estos

Tu padre los abrazó a los tres, para luego alejarse y continuar eliminando a los enemigos.

—Lamentamos que esto haya pasado justo en tu cumpleaños, pero al tener esta vida tan peligrosa, debimos acostumbrarlos a ustedes... —te vio con pena— Sobre todo a ti.

—¡Ya no hay tiempo! —exclamó el padre con impaciencia al ver que la cerradura de la puerta estaba por romperse

—Ve con Ayato y cuídalo por nosotros, Tn...

—¿Q-qué? —tartamudeaste parando tu andar— Lo dices como si no fuesen a regresar. No me asustes así, mamá.

—Sí, es un mal momento para bromear... —respondió sin atreverse a verte a la cara— ¡Eso no importa ahora! ¡Debes apurarte! —te dio leves empujones hasta dejarte parada frente a la puerta secreta, junto a tu hermano menor

—De acuerdo. Ayato. —llamaste— Tú bajarás las escaleras primero, pero ten cuidado de no tropezarte.

—¡Sí! —el menor comenzó a bajar las escaleras con cuidado, pues los escalones eran algo grandes para él

Cuando Yato por fin había bajado unos tres escalones y logró prender la luz del pequeño foco, tú le seguistes, adentrándote al subsuelo de la mansión mientras vigilabas que tu hermano no se tropezara. Tu madre cerró la puerta de madera inmediatamente y colocó la alfombra roja para disimular, pues aunque esta llamara la atención, al menos daría algo de tiempo quitarla y hacer que los enemigos pensaran sí había algo debajo verdaderamente.

 Mi Debilidad (Manjiro y tu)Where stories live. Discover now