Por ende, ni el decimosexto o decimoséptimo día se disculpa a pesar de que se ven obligados a trabajar juntos.

Al ser martes, la tarea consiste en vaciar los carritos, pero está vez es Styles quien acomoda los libros en los estantes más altos, mientras Louis se los tiende y le indica el orden para acomodarlos. Es un tanto tedioso porque, según Harry, los nombre son borrosos en la mayoría de las portadas y por ende le cuesta estar seguro por qué letra empiezan.

—esto es ridículo—masculla Harry en voz alta, alzando el libro en sus manos para que la luz aclare el título—Podría ser una Q o una O.

—¿podrías apurarte? Ya me duelen las piernas de estar parado—suspira, tirando la cabeza hacia atrás. La mueca en el rostro de Harry le parecería adorable si no estuviera tan irritado. Además de que Styles es extremadamente lento para leer los títulos y se ha equivocado innumerables veces, lo que no ayuda a su estado de ánimo—A ver, déjame ayudarte, ¿Qué dice el resto?

—algo sobre una mancha. O de una marcha, no estoy seguro.

Louis se limita con parpadear, boqueando anonadado de lo tonto que es su compañero de castigo.

En un rápido zarpazo, le quita el libro y examina la portada. Es de un caballero montando sobre un caballo, sin contar que el título se puede leer perfectamente.

—es el Quijote de la mancha, grandísimo idiota—escupe, tirando las manos contra los costados de sus muslos en un berrinche—no puedo creer que llevamos diez minutos estancado con este libro—vira la cabeza con fuerza—Jesús, ¿alguna vez has leído algo que no esté en una revista porno?

Louis reconoce que lo ha ofendido al momento que Harry le otorga una gélida mirada y en lugar de insultarlo devuelta, pasa por su lado, chocando sus hombros. Y aunque está acostumbrado a que Styles abandone una rutinaria pelea de insultos, puesto que le tiene sin cuidado sus sentimientos la mayoría del tiempo, está vez se siente ligeramente culpable considerando que tienen una tregua.

Se intenta tranquilizar, diciéndose que Harry volverá cuando deje de ser una perra dramática, pero la ansiedad en su pecho crece a medida que los minutos pasan y el rizado no da señales de aparecer.

Sin embargo, alrededor de cuarenta minutos después sin noticias de él, Louis se cansa de esperar y decirse buscarlo por su cuenta, encontrándolo casi al instante en el baño.

Styles se encuentra encorvado sobre el lavamanos, mientras se lava el rostro.

—conque aquí estás—exclama después de comprobar que efectivamente se trata de Harry—Es bajo incluso para ti dejarme todo el trabajo a mi solo—se queja. Al llegar junto a Styles, toma impulso y se sienta en el lavabo con los brazos cruzados—¿Qué digo? Nada es demasiado bajo para ti.

Harry ignora los persistentes ojos de Louis, mientras se mira al espejo y acomoda su cabello.

—¡oh!—chilla molesto el castaño—¿me vas a aplicar la ley del hielo? ¿Es eso?

Styles no responde. Tararea una canción y   después de limpiar sus manos contra el reverso del pantalón, gira sobre sus talones, encarando la salida.

Antes de que pueda moverse, Louis estira una pierna a la altura de su cintura y le prohíbe el paso. A Harry no le queda de otra que reconocer su presencia.

Golden String • LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora