Jay comienza a llorar. No son lágrimas suaves y fáciles de disimular. Son sollozos, alaridos y disculpas entrecortadas por no estar más presente.

Louis la abraza y le asegura que todo está bien, pero esa noche se va a la cama con la sensación de haber sido apaleado. Él solo quiere devolverle una pizca de todo lo que ella hace por ellos. Es un deseo incluso más fuerte que el afán por retribuirle al menos una parte de su trabajo, ya que proviene de la necesidad de probarle su valor porque de ese modo no solo le quitará una carga de encima, sino que se asegurara de que permanezcan juntos.

Esa noche llueve y la noche después también. En cuanto a los días, estos permanecen gris, lo que deprime a Louis hasta el punto en que le es imposible concentrarse y termina quedándose dormido en casi todas sus clases. Esto es bueno porque necesita descansar lo que no ha podido dormir en las noches gracias a las constantes tormentas, pero a la vez malo porque al final tiene un montón de trabajos acumulados y un castigo doble.

Básicamente, está en un limbo de emociones no tan positivas que comienzan a drenarlo y su manera de combatirlo es ahogar todo lo que le molesta con vanas distracciones. Pero, aunque suene contraproducente, la gente se sorprendería de lo mucho que Louis aprecia las cosas tristes cuando está triste.

Conectar con personajes de televisión, series o libros que tratan su trauma de diferentes maneras lo ayuda a sentirse menos solo. ¿Y que sí tiene serios problemas para mantener cualquier tipo de relación por temor de que un error suyo acabe con todo? Chandler Bing es un icono y él también puede serlo si mantiene su sarcasmo a flote y las inseguridades a raya.

Él es bueno pretendiendo, regalando sonrisas y viéndose tranquilo aunque su interior se encuentre en llamas. Lo hace incluso más fácil que todos a su alrededor se crean el acto. Todos menos una persona ignoran el infierno que carga sobre sus hombros. Porque ahí donde libros abundan y el silencio es una regla, Louis reconoce que los ojos de Harry no han dejado de seguirlo ni por un momento.

Con un ligero gesto de cejas, Tomlinson  sin hablar un cortante ¿Qué? hacia Styles, a lo que el rizado encoge los hombros y vuelve la mirada al libro que está sellando.

—luces cansado—murmura después de cinco minutos, en el quinceavo día de castigo. Louis aprieta los labios, negándose a mirarlo devuelta—¿por qué no duermes con la luz encendida y ya?

Cómo si fuera tan fácil, piensa molesto. Harry no tiene ni la más remota idea de lo difícil que es para él dormir en esa época. No solo se trata de las tormentas, ni la apretada situación económica en la que se encuentra.

Es todo.

—¿por qué mejor no te callas?—sonríe escéptico, estampando el sello con tanta fuerza que el relieve traspasa algunas páginas—no quiero que opines de algo que no sabes.

—yo solo digo que si es tan difícil para ti dormir, podrías ir con un terapeuta o a alguna mierda por el estilo. No es bueno ignorar las señales que te manda tu cuerpo.

Esa es la gota que derrama el vaso. No porque Harry haya sido particularmente grosero (aunque no debería opinar de su insomnio cuando Louis no se lo ha pedido) sino porque Tomlinson no quiere que se involucre como si tuviera algún derecho o idea de lo que ocurre en su vida.

—válgame—escupe, encarando al mayor con los dientes apretados y las cejas fruncidas—¿cuando te volviste un experto de mi cuerpo como para andar opinando sobre lo que debería o no hacer?

Golden String • LarryWhere stories live. Discover now