Automáticamente se vuelve el mejor día detención que han tenido, y aunque se despiden con la misma indiferencia que han manejado hasta el momento, Louis no siente un peso en sus hombros al pensar que deberá trabajar con Harry otra vez mañana ni el día después. Podría decirse que está bien con ello.

Tres días después, vuelven a tener un acercamiento igual de íntimo como el que tuvieron en el baño, pero en diferentes circunstancias y fuera de la escuela. Que sea íntimo no lo hace agradable.

Louis se encuentra en su habitación, contando las calcomanías de estrellas brillantes pegadas en el techo cuando su teléfono suena. La primera vez no lo oye porque la tormenta afuera es tan fuerte que ni siquiera puede escuchar sus propios pensamientos. Sin embargo, al tercer tono, estira la mano fuera de la cama y toma el teléfono, sorprendido debido a la hora. Es pasada la media noche de un día entre semana.

—¿Harry?—inquiere al contestar, sonando entre alarmado y preocupado a igual medida—¿Qué haces despierto? ¿Ocurrió algo?

Silencio. Se escucha un poco de estática y luego un golpe sordo.

—está lloviendo.

Louis se pasa una mano por el rostro, acomodándose de costado en la cama para tener el celular apoyado en la oreja sin necesidad de sostenerlo. Hace tanto frío que se arropa hasta el cuello.

—no me digas, Sherlock—sisea en un susurro enojado—Pensé que era Dios orinando sobre mi casa.

—bueno, ahora sabes que no es así.

—estaba siendo sarcástico—vira los ojos a pesar de que Harry no puede verlo—en serio, ¿qué quieres? Es tarde y mañana tenemos que ir a la escuela.

—quiero hablar.

—¿de qué?

—de lo que sea—bosteza. Se escucha adormilado al arrastrar las palabras— imagine que estabas despierto y cómo yo tampoco puedo dormir, pensé que podríamos hacernos compañía.

Louis está estupefacto, por decir poco. Todo imaginó menos que su pequeña cercanía de hace unos días hiciera de Harry alguien hablador de la noche a la mañana. Mucho menos a la una de la mañana.

—¿estás drogado?—inquiere, sintiendo la tentación de asomarse por la ventana pero la suficiente pereza para no hacerlo. Del otro lado de la línea se escucha un resoplido.

—no necesito estar drogado para hablar contigo.

—claro que si. Todo el tiempo te quejas de  que soy aburrido.

—porque lo eres—afirma seguido por otro bostezo. Louis gruñe ofendido—pero no puedes aburrirme más de lo que ya estoy, así que no veo el problema.

—pues yo si lo veo. Eres una persona horrible y lo ultimo que quiero es perder mi tiempo contigo.

Silencio. La línea se quiebra y después suena un leve tarareo que a Louis le suena familiar. Es la melodía de dream a little dream of me.

—¿en serio piensas que soy horrible?

—¿Qué si lo creo?—bufa incrédulo—No lo sé, déjame lo pienso—aprieta los ojos con fuerza—hace un tiempo le dijiste a todos que tenia lepra y después inventaste que era un pervertido para asegurarte de que nadie se me acercara. Por años me has insultado, acosado y hace poco confesaste haber vendido mi trineo, el cual sabías que significaba mucho para mí... Si, en definitiva eres una persona horrible.

Harry vuelve a tararear la melodía de manera armoniosa. A pesar de su molestia momentánea, Louis se permite disfrutarla, recordando los dedos del rizado en su cabello. Solían ser tan buenos con el otro, que encuentra desesperanzador haber dicho todas esas cosas hace un momento.

—en mi defensa... era un trineo muy feo y la madera se había podrido—dice con cierta diversión. Louis no puede creer su descaro, pero Harry continúa antes de que pueda gritarle—Yo no creo que tú seas una persona horrible. Insufrible e irritante, seguro, pero no horrible.

—por supuesto que no. A diferencia de ti, jamás he hecho nada para merecerlo.

Otro tarareo. Aunque Styles tiente su paciencia, Louis se permite relajarse, sintiendo por primera vez el cuerpo libre de tensiones desde que la tormenta empezó.

—¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?

—¿Qué se supone que significa eso?

—que somos más parecidos de lo que crees.

—eso no es verdad. No nos parecemos en lo absoluto.

—no estaría tan seguro si fuera tu—bufa. Otro bostezo. Tomlinson jura que Styles está a nada de quedarse dormido pero por algún motivo insiste en seguir hablando—Crecimos juntos y esta comprobado qué hay hábitos difíciles de romper cuando el tiempo de práctica es elevado.

—tú no eres un hábito.

—entonces, ¿por qué contestaste el teléfono?—inquiere y por su tono parece esperar una respuesta—Pudiste mandarme al buzón de mensajes y no lo hiciste.

—pudo haber sido una emergencia—atina a decir.

—no lo es y aún así no has colgado. Eso comprueba que si llamo, contestaras sin importar la hora.

—creo que te estás dando demasiado crédito—murmura, reprimiendo una burla.

—cuelga entonces.

—lo haré.

—vale.

Louis no cuelga y se dice que es porque está demasiado cómodo como para sacar el brazo de la sábana. Podría intentar colgar con la mejilla pero tampoco lo hará. Hablar con Harry no está resultando tan malo después de todo. Su voz combate los truenos y el tarareo le brinda paz.

—¿sigues ahí?—inquiere Styles. Louis murmura un ruido afirmativo—te lo dije.

—púdrete.

—solo si te pudres primero.

—idiota. Cuelga tú.

—no quiero.

—¿por qué?

Otro tarareo.

—creo que tú si eres un habito.

Louis prefiere no pensar en lo que pueda o no significar.

—bien, ¿y sobre qué quieres hablar, entonces?

—elige tú por esta vez. Intenta no matarme de aburrimiento.

Entonces hablan y hablan por horas de absolutamente nada importante como las clases y la banda, pero lo importante es que se hacen reír y otras veces pelear.

Antes de que Tomlinson pueda darse cuenta, se queda dormido con Harry contando una anécdota en su oído.

Es una buena noche.




"¡Mi único amor, nacido de mi único odio'—Rome y Julieta, William Shakespeare.

(2) Mateo 7:3-4

Golden String • LarryWhere stories live. Discover now