El tiempo corre sin tí

6.1K 249 32
                                    

Omnisciente

Ese estropajo se sacudía a manos de Samuel sobre la antigua motocicleta que él poseía hace tantos años, siendo entregada desde sus abuelos hacia él. Las manchas eran removidas por cada acto que el cometía, tomando la mayor de las delicadezas hacia cada una de las partes de ese preciado vehículo viejo y desgastado por el tiempo. 

De repente su mirada se alojó en la puerta metálica del frente la cual rechinaba como si su vida dependiese de ello, dejando el paso a un deslumbrante chico cuyo aspecto era uno de los mejores que sus ojos pudiesen haber apreciado alguna vez, el amor nuevamente lo había segado a causa de esa persona, extrañamente por ese hombre quien lo volvía loco por donde lo viese. Sus cabellos se alborotaban poco a poco al compás del viento, su sonrisa era lo suficientemente bella como para tumbar a cualquiera quien admirase esa maravilla. ¿Qué leches es lo que digo, por dios? ¡Ese maravilloso chico que a causa de los ojos de Samuel fue descripto tal cual un verdadero príncipe era su amado novio! Esa persona con quien pasaba momentos verdaderamente inolvidables. 

- ¿Qué es lo que estas haciendo, Samuel? - Su voz escapó de sus labios, dejándose escuchar, haciendo caer nuevamente a nuestro querido Samuel desde las nubes de sus pensamientos hasta la realidad en la cual se había perdido. 

- Dejando este viejo vehículo, en un estado más aceptable - El mayor proseguía paseando este paño de tela por la extensión de la motocicleta, mientras que al sentir como el menor se acercaba hacia él cerrando la puerta, posó sus manos sobre la misma mirándole fijamente a esos penetrantes faroles color café en los que se perdía siempre al mirarles. 

- ¿Tienes solo un momento para dedicarme? - Su rostro denotó lujuria en conjunto a una sonrisa seductora, caminando lentamente hacia el mayor, posándose detrás de él como si tan solo estuviese jugando con él - Solo, un momento - La piel de Samuel se erizó al sentir esa respiración tan cerca de su oído, ese aire cálido que recorrió su cuello haciendo que cerrase su ojos perdido en su fantasía. El traje azul obscuro repleto de manchas de grasa por ese sucio taller, marcaba cada rasgo físico de Samuel, dejándose ver ese cuerpo, ese cuerpo que volvió completamente loco a Guillermo con solo verlo. 

- Siempre tendré tiempo para usted, señor - Su tono de voz chillón acompañado de una sonrisa picarona se reflejó en los ojos de Guillermo, quien se plasmó al ver el rápido movimiento que efectuó Samuel, tomándole por su cintura fuertemente, posiblemente marcando sus grandes manos sobre la pálida piel de quién en su mentalidad sería su querido pasivo, esa persona quien dejase sus nudillos blancos de fuerza ejerciéndole a sus puños, quien dejaría salir sonidos tan excitantes, sensuales, esos suspiros saliendo de los labios del otro, esa persona. 

Una de sus manos adentró en sus sueltos pantalones, tomando uno de sus glúteos por encima de sus bóxers, ascendiendo su cabeza al sentir ese agarre tan placentero para el sometido a este castigo. Sus labios recorrían la extensión de su cuello, sus manos se paseaban libre y lujuriosamente explorando cada parte de este pequeño chico, tan atrevido como para atreverse a meter donde ahora sería sometido fuertemente. La erección de Samuel, completamente empinada por la excitación, y la forma en que provocaba explorar el cuerpo de ese hombre era algo digno de un terrible orgasmo con tan solo verlo. 

El mayor lo sostuvo en sus brazos hasta una grasosa mesa de madera, la cual rechinaba como si su vida dependiese de ello, deshaciéndose lentamente de sus prendas, apreciando esa obra en frente de él, maravillado por lo que en este momento podría volverse solo suyo, para siempre. El pelinegro lo miró con ternura, a la vez que con lujuria, girando su cabeza en diagonal, estampando sus labios bruscamente con los del castaño, dando espacio con sus manos entre sus cabellos, alborotándolos nuevamente. Samuel desgarró cada puntilla de su camisa de un fuerte agarre, dejándose visible su trabajado torso, algo húmedo por el sudor que en este momento se podía apreciar tanto en su rostro como en su marcado abdomen. La verdad, no era normal lo sensual que el mayor pudiese verse sin camiseta, arrebatando varios suspiros del mas pequeño quien aun ascendía su vista por el cuerpo del otro, plasmado por esa figura.  

Wigetta Lemmon - El tiempo corre sin tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora