II

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Después de su encuentro el coronel fue muy cuidadoso con el beta ayudándole a limpiarse pues su entrada había quedado llena de su esencia. Este solo lo dejo asistirlo lo más mínimamente posible, a pesar de que sus piernas habían quedado muy débiles. Moran no podía evitar sentirse orgulloso pues la habitación de Louis ahora estaba llena de su olor al igual que la piel de este aunque aquel se haya dado un baño. Además observar su marca en el hombro de este lo llenaba de satisfacción, pero era consciente de que todavía no era completamente suyo. Aún tenía que demostrarle que ambos podían tener una relación que pudiera enfrentarse incluso al destino.

Se sentía muy feliz al contemplar al beta mientras ambos ordenaban la habitación que había quedado hecha un completo desastre. Sin embargo cuando el rubio se lo pidió tuvo que dejar el dormitorio a pesar de lo mucho que quería quedarse allí y descansar junto a este en la cama. Ya era de madrugada pero Moran no tenía ganas de dormir todavía, pues aún se sentía inquieto debido a que desde hace muchos años que no sostenía a nadie y ahora había tenido entre sus brazos a su más grande amor. Fue hacia el balcón y se dio cuenta de que Oswald lo había seguido como si se anticipará a alguna petición

Entonces le pidió su caja de cigarrillos al sirviente y este no le mencionó lo evidente que era que había tenido relaciones con el beta. Era cosa de observarlo pues su sonrisa satisfecha lo delataba completamente, además de que sus feromonas se habían expandido por toda la mansión. Aquello fue como si quisiera que todos supieran que había reclamado al beta para sí mismo.

-Gracias, Oswald- le dijo mientras este le entregaba la cajetilla y entonces tomo un cigarrillo - fuego, por favor

-Aquí- mientras prendía un encendedor acercándolo al coronel.

-Gracias- a la vez que le daba una calada disfrutando del sabor del tabaco.

-Disculpe mi indiscreción, pero ¿deberíamos preparar té para el señor Moriarty o llevarle más almohadas y mantas?

-Lo último lo disgustaría, pero agradecería mucho que le llevaran una taza de té negro suave con un poco de leche. A él le gusta mucho eso, es adorable.- dijo risueñamente y con cariño.

-Entendido lo prepararé yo, ya que mi esposa está descansando.

-Realmente eres de gran ayuda Oswald.

-Me alegro poder serle de utilidad, con permiso iré a la cocina- mientras se inclinaba y entonces se retiró.

El coronel se quedó fumando por un rato en el balcón pensando en lo bien que se sintió sostener al otro entre sus brazos. Sus dientes todavía podían sentir la suave carne del beta y sus labios recordaban vívidamente el sabor de la piel de este. La expresión de este al ser tomado con rudeza se había grabado en su mente y sus gemidos se convirtieron en uno de sus sonidos favoritos. Además escuchar su nombre pronunciado por esos bonitos labios fue una de las mejores cosas que había tenido la dicha de presenciar en toda su vida.

Su parte más posesiva estaba esperando con ansias que la mañana llegase y que todos se dieran cuenta de lo que había pasado entre ambos. Sin embargo de alguna manera tendrían que disimularlo pues Louis era una figura pública y si eran demasiado evidentes habría muchos más rumores. Ya estaba escuchando en su mente los comentarios ácidos que se dirigirían hacia su amado rubio, pero en su cabeza no dejaba de resonar el pensamiento de que el beta accedió a tener relaciones con él aun sabiendo eso.

El visionario era alguien muy inteligente que incluso había demostrado poder manipular de cierta manera a sus adversarios, así que no hubiera aceptado la petición del coronel sin pensar en las consecuencias. Por eso mismo era también conocido como el estratega escarlata, pero aquello solo era dicho como un murmullo que de vez en cuando se podía escuchar. Pues en realidad a sus seguidores les gustaba considerarlo más como una especie de líder luminoso que haría que Inglaterra se volviera un país lo más cercano posible al concepto de utopía.

El coronel quiere polvo de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora