—¿Y tú que quieres de él, Ada?

—Espero que en esa fiesta sea sincero y que no me dé más vueltas. Estoy interesada en saber qué es lo que siente por mí y si es que me quiere para algo serio o simplemente para una relación de sugar baby con un sugar daddy.

Entonces me di cuenta que hable de más. Solamente había comentado con Amanda ese tipo de relación que llevaba y no con otra persona que no fuera ella. Ahora resulta que le estaba confesando a Adam qué tipo de relación tenía con Max. Mierda.

—¡¿Qué eres qué?!—pegó el grito en el cielo y yo me sentí consternada por su reacción.

Sabía que era bienvenido el debate si estaba bien ser una sugar baby o no, pero ahora no tenía tiempo de defender mi postura ya que tenía una boda a la que asistir. 

—Debo irme.

Le di un beso fugaz en la mejilla a Adam, quien seguía procesando la información que acababa de soltarle, y me fui, dispuesta a saber qué quería Max de mí.

...

Una 4x4 oscura estacionó frente a mí y bajó la ventanilla de la parte del conductor. El auto era tan negro y alto que me sorprendió por su monstruosidad. Tan reluciente e impecable...

—¿Subes o te vas a quedar mirando el coche? —se burló Max, mostrándome su encantadora sonrisa.

—Es extraño no verte con chofer —le dije.

—Quiero ser digno de llevarte yo esta vez—coqueteó, tras darme un guiño de ojo. Apretó algo de la puerta y esta se abrió ante mí —. Sube, preciosa.

Tuve que subirme con cuidado al coche para que no se me viera nada debajo del vestido en plena entrada de la universidad. El día estaba espectacular y claramente el clima ayudaba al festejo de una boda de la hermana desconocida de Max.

Era normal en mí tomarme todo con calma y no enloquecer por cada noticia que provenía de él. Aunque, algo en mí había cambiado cuando lo miraba. Max era alto y viril, llevaba unos pantalones de traje, con una camisa blanca y una corbata oscura. Estaba tan guapo y acorde para la ocasión que me era imposible no pensar en su cuerpo detrás de las telas. Tenía la barba rebajada y el cabello perfectamente peinado.

Apenas me subí al coche y cerré la puerta, Max se detuvo su mirada en mí para poder observarme. Sonrió por algún motivo inexplicable y volvió a recorrerme el cuerpo, subiendo finalmente hacia mi rostro.

—Soy un idiota si te dejo ir —sentenció, pensando en voz alta e inclinó su rostro sobre el mío para comerme la boca de un beso.

No sé qué pensamientos estaban navegando por su mente, pero sólo sé qué me estaba besando como si lo necesitara. Max se fue tensando ante las caricias de mi boca y nos fuimos adentrando en ese beso que no creía necesitar. Que no creía extrañar.

No me estaba besando con aquella lujuria y excitación que antes había hecho en otras ocasiones. Esta vez, era distinto, nuestra relación era distinta. Coloqué mis manos en su nuca, atrayéndolo más a mí, como si no estuviera lo suficientemente cerca. Él exploraba mi boca sin descanso, entrelazando nuestras lenguas, felices de encontrarse luego de tanto tiempo lejos.

Max apoyó sus manos en mis caderas y juro que sentí como si estuviera a punto de hacerme gelatina allí mismo. El besó se intensificó aún más, pero él se apartó de inmediato cuando eso estaba a punto de suceder.

Estábamos a escasos centímetros y sentía que la respiración de ambos no era normal. Observé su rostro bañado de pecas, sus ojos color caramelo. Que hermoso era Max. Sentí una extraña sensación en el estómago con tan solo pensar que no se trataba de un simple humano. Las palabras de mi sobrina, Miranda, seguían allí, intactas en mi mente y no querían irse nunca.

No te enamores de Ada Gray (Libro 1 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Where stories live. Discover now