Capítulo 20

Depuis le début
                                    

Pero aquella ubicación no era mi destino, sino una casita que se encontraba a una calle de ahí, me había equivocado. Eran casas pegadas a la otra con ladrillo oscuros a la vista. Estacioné la motocicleta en la casa que tenía el número 393. Hacía frio, mucho y la chaqueta de cuero negra que llevaba puesta no me abrigaba lo suficiente. Rondaban las once de la mañana.

Subí los escalones de la entrada y toqué el diminuto timbre. Ojalá se encontrará en casa. Pasos que se acercaban a la puerta se escucharon y no sé por qué, pero me sentí nerviosa. Otro familiar al que me tocaba conocer. El seguro fue retirado, lo sabía por el pequeño sonido de la cadena.

La puerta se abrió y mis manos se entrelazaron, algo sudorosas. Dios. Una joven de cabello castaño recojido en una cola de caballo y ojos avellanas me miró, era de baja estatura, pero tenía un rostro que rondaban los veinte. Todas las personas que solía conocer rondaban esa edad. Tenía una bata rosa puesta y unas pantuflas de peluche azul.

—¿Sí? —me preguntó, analizando mi rostro para saber si me conocía del algun sitio.

—Hola, mi nombre es Ada y soy tu tía...bueno, no sé si eso sea verdad. Tampoco sé tu nombre para comprobarlo, pero —di un paso al frente con la intención de no ser escuchada por alguien más —, me han dicho que tú eres la hija de Cupido.

La chica abrió los ojos como plato y pareció tragar saliva. Me miró de arriba a abajo y se llevó una mano al pecho.

—¿Cómo sabes eso? —me preguntó, como si estuviera a punto de darle un paro cardiaco.

—Mi madre Afrodita me lo dijo.

Por favor que no piense que soy una loca. Que no piense que soy una loca.

—¿Afrodita? Oh mi Dios ¿la conoces?¡¿Es tu madre?!¡Pasa, pasa! —me dijo, abriendo la puerta aún más para permitirme el ingreso.

El aroma a limón inundó mi nariz. Era una casa muy pequeña. Apenas ingresabas te topabas con la escalera de la segunda planta, ya podía ver la entrada de la cocina y un diminuto living con un sofá verde vomito, una mesa ratona de madera clara y un televisor muy viejo encendido en el canal de música. Las paredes estaban pintadas de verde y el techo era blanco con manchas de humedad.

Me saqué la chaqueta de cuero ya que estaba prendido el calefactor y la chica se ofreció a colgarlo en la puerta.

—Es la primera vez que conozco a un familiar mío y se siente muy pero MUY emocionante —me dijo la chica, entusiasmada —. Dime por favor que no eres una psicópata mentirosa que está por robarme.

—Te juro que no vengo a quitarte nada —le dije rápidamente antes de que tuviera intención de echarme a patadas.

—¿Quieres un té? —me ofreció.

—Sí, por favor.

La chica desapareció en la cocina y yo me senté en el sofá más cercano mientras sonaba de fondo un cover de la canción Thank U. Esta versión la cantaba Aurora y sonaba muy bonita.

—Mi nombre es Miranda —me dijo la hija de Cupido, quien ingresaba al living con una bandeja de plata con una tetera, dos tazas color rosa pastel, un tarrito de azúcar y varios sacos de té —. Vivo sola porque mi madre no es capaz de visitarme —soltó, molesta.

Dejó la bandeja sobre la mesa ratona y comenzó a servir el té con el saquito de menta que yo había elegido.

—Veo que no eres la única que es abandonada por su madre y solo aparece cuando se le da la gana —solté, mientras le ponía azúcar a mi té.

Miranda tomó su taza y se sentó, haciéndose un bollito en su sofá que estaba ubicado frente a mí.

—Cupido sólo aparece en mi cumpleaños y cuando solo tiene algo importante para decirme. Aunque—se tomó un momento para pensar—, no recuerdo la última vez que me haya dicho algo importante.

No te enamores de Ada Gray (Libro 1 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant