2. LA SOLUCIÓN

Zacznij od początku
                                    

Eda Yildiz, la primera afortunada en un largo período de tiempo de verme sobre un ring. Y no estaba preparado para ello, supongo que jamás lo estaría, pero menos cuando la mujer que me había visto era aquella que había estado invadiendo mis pensamientos durante gran parte del día.
Quizás la culpa era mía, mi madre siempre decía que atraes aquello en lo que piensas con insistencia, y en días como este me daba por creer esa absurda teoría.
Lo peor de todo es que me había sentido bien al conocer su presencia, como si una pequeña parte de mí hubiese despertado cuando me halagó por lo que había contemplado… Sí, era una inexperta, pero aún así calentaba mi interior el hecho de haber podido mostrar mis movimientos a una persona. Tanto tiempo desde que aquello sucedió…

Cinco años atrás mi vida era completamente diferente. Yo era completamente diferente. Para empezar, mi plan de vida no era convertirme en el conserje del gimnasio de mi mejor amigo, más bien quería llegar a ser uno de los mejores boxeadores de la historia, y estuve cerca.
Invicto en todas mis peleas y a punto de entrar en la liga profesional… si no hubiese sido por todo lo ocurrido aquel fatídico día, más bien aquella fatídica noche. Aún no comprendo como pude sobrevivir a la paliza que recibí, pero lo hice.

Dejaron mi cuerpo abandonado en medio de una carretera arenosa, situada lejos de cualquier lugar transitado, probablemente con la idea de que nadie me encontrase en aquel lugar y mi cuerpo malherido cediese ante lo inminente.
No sé cuantas horas pasé allí, tendido, semi consciente y dolorido, hasta que un hombre me encontró y fue capaz de llevarme al hospital más cercano.
Cuando desperté… ahí comenzó la pesadilla. Ya era demasiado tarde, ya no podía salvar a nadie y lo único que me quedaba era mi hermana. Mi única familia.

- Prometo, al igual que lo he hecho cada día, que si algún día vuelvo a subir a un ring será para destruir tu vida, Efe Akman- aprieto los puños y cierro los ojos con fuerza-
 
Algún día podría llevar a cabo mi venganza, me enfrentaría a él y lo mataría con mis propias manos. Haría que se arrepintiera de haber mandado a golpear hasta casi la muerte a un hombre que no era ninguna amenaza para él. Se arrepentiría de haberme arrebatado ese dinero, de haber hecho que aquel hombre ganase, de conseguir que mi madre perdiese… que yo perdiese.
Siempre invicto en el ring, pero derrotado por completo fuera de él.

- ¿Estás despierto?- Ceren abrió ligeramente la puerta, asomando la cabeza-
- Yo sí, lo que me extraña es que tú estés madrugando un sábado- sonrío levemente cuando la veo entrar, y me sorprende aún más ver que está lista para salir-
- La loca de Eda ha decidido despertarme para que fuese a desayunar con ella y Melo- pone los ojos en blanco y suelta un quejido-
- ¿Eda Yildiz?- intento no parecer interesado mientras me siento en mi cama, palmeando mi lado derecho para que vaya a mi lado-
- Si que es raro que recuerdes el nombre de alguno de mis amigos- se echa a reír, pero sé que le sorprende casi tanto como a mí. Normalmente no los menciono, o pretendo que muestro interés en ello-
- La vi en el gimnasio y su nombre aparecía en la libreta de registro- carraspeé, excusándome- Aunque ir a desayunar me parece un gran plan, ojalá pudieses traerme algo cuando vuelvas- sonreí con ternura-
- Ni lo pienses, te preparas el desayuna tú solito o te vienes conmigo.

La idea de acompañar a mi hermana a una reunión con sus amigos jamás me había parecido tan atractiva como ahora. No es que alguna vez me hubiese planteado hacerlo, al menos no hasta conocer la existencia de Eda. Aunque está claro que si lo pienso es por el miedo que me crea el hecho de que pueda contar algo de lo sucedido anoche, no quiero que Ceren se cree ilusiones sobre mi vuelta al ring.
Ella se equivocó al decirme que mentía a mi hermana, al menos no del todo. Ceren sabía quién era, conocía mi pasado y cuál era mi pasión, lo que no sabía era que cuando todo el mundo dejaba de mirar volvía a ella como un salvavidas en medio de una tormenta. Y así tenía que seguir siendo, no podía hacer creer a mi hermana que volvería a ser el hombre que una vez fui, no podía hacerle ilusiones con lo relacionado al boxeo.

A PRUEBA DE GOLPESOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz