Y cuanto más consiguiera que la marioneta del Ministerio negara el regreso de Voldemort, más fácil sería desbancar a Fudge y a todo su inútil régimen cuando el Señor Tenebroso asomara por fin su fea cabeza. 

-Sólo eres un estudiante, Potter, no es tu responsabilidad proteger a todos los demás-. McGonagall sonaba como si estuviera preocupada por él, y Harry le lanzó lo que esperaba que fuera una sonrisa tranquilizadora. 

No tenía ni idea de cuánto sabía ella sobre la intromisión de Dumbledore, pero el hecho de que no aprobara que se martirizara por la causa era una señal positiva. Merlín, esperaba que no estuviera confabulada con el director. El colegio la necesitaba demasiado.

-Estaré bien, profesora. Es sólo un castigo-.

-En realidad, según esta nota, es un castigo todas las tardes de esta semana-, corrigió la mujer con el ceño ligeramente fruncido. Harry maldijo en voz baja. -Lenguaje, Potter-, llegó la regañina automática.

-Lo siento, profesora. ¿Pero todas las tardes de esta semana? Eso es una barbaridad-. Entonces se le ocurrió una idea y se rió. -¡Oh, eso es brillante!-.

-¿Perdón, Potter?- Su jefe de casa lo miraba como si los rumores de su locura no fueran demasiado infundados. Harry le sonrió.

-Una semana entera de castigo, sólo por señalar algunos hechos... eso la hará parecer realmente controlada, ¿no?-. Si se hubiera limitado a despedirlo sin más, a darle el único castigo y a ignorar el resto, habría demostrado que sus palabras no le importaban. Pero una semana entera... todo el mundo vería que Harry había tocado una fibra sensible.

Pensó que estaba dando un ejemplo de él, pero en realidad, sólo estaba haciendo uno de sí misma.

Hubo un parpadeo en los ojos de la profesora de Transfiguración, algo parecido al orgullo, si Harry se fijaba bien. -Ten cuidado, Potter-, reiteró. -Dolores Umbridge tiene amigos en algunos lugares poderosos, y no puedes permitirte que tu futuro se vea limitado tan joven-.

-Oh, no se preocupe por mí, profesora-, dijo alegremente. -Voy a jugar al quidditch profesional después de la graduación. No creo que el Ministerio tenga nada que decir al respecto-.

McGonagall lo miró fijamente, con los labios crispados como si intentara con todas sus fuerzas no reírse. -Entonces será mejor que vea ese trofeo que queda en mi estante este año-, dijo, mirando la Copa de Quidditch, que seguía en su lugar de orgullo después del tercer año de Harry. Él sonrió.

-Haré lo que pueda-.

Como era de esperar, todo el mundo conocía el enfrentamiento de Harry con Umbridge a la hora de la cena

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Como era de esperar, todo el mundo conocía el enfrentamiento de Harry con Umbridge a la hora de la cena. 

Por supuesto, mucha gente lo tomaba como una confirmación de que había perdido la cabeza, pero la mayoría de la gente parecía entretenida por el atrevido y desvergonzado llamamiento de Harry al Ministerio. Sobre todo cuando se confirmó que un dementor había besado a un adolescente muggle en medio de Surrey y que el Ministerio lo había encubierto.

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