II- Destino.

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Y aquí estaba él un mes después, sentado en un restaurante en compañía de su padre cuando quería estar a miles de kilómetros de toda esta mierda y, de preferencia, en brazos de un hombre fuerte y bien dotado que le diera placer, que le hiciera correrse como aquel día ...

¡Ah, no, los negocios! Los negocios son lo más importante de la vida. El dinero era lo único valioso en este mundo cruel y mientras más tienes, más necesitas para protegerte de todos los que como tú, andan tras el maldito capital.

El honorable señor Kim lo había arrastrado a la cena de negocios. Era su maldito heredero en este mundo, por supuesto que tenía que dar la cara a sus socios e inversores, esos que necesitaba tener en un bolsillo para incrementar su caudal, su imperio, su poder. ¡Dios, la estupidez humana! ¿Cuánto de todo eso se iba a llevar a la tumba?¿Qué de lo mucho que "poseía" cabría en la estrecha caja de madera donde iba a ser enterrado como mortal común?

Sin embargo, por dedicarse a su dinero, su padre perdió el rumbo con lo único que se supone te acompaña a la sepultura: tu familia llorando con dolor por tu partida. ¿Alguien llorará por el señor Kim cuando parta? Ciertamente no su hermano BaekHyun, no él; quizás su madre.

¿Y por él, por Junmyeon, quién llorará cuando se vaya de este mundo?

"¡Princesa, cuán reprimido estás!"

¡Maldito! Maldito, Park Chanyeol, sea quien sea. Maldito Park Chanyeol que le ha dado tanto en qué pensar... tanto que recordar, tanto que desear, tanto...

Junmyeon cierra los dedos tensos y dolorosos alrededor del vaso que contiene su bebida esa noche. No puede pensar en el hombre, al menos, no por más de diez segundos porque entonces su polla se pone dura y tiene que masturbarse para aliviar su deseo. Este no es el lugar ni el momento para pensar en Park Chanyeol. Cuando lo hace se ruboriza y suspira. Menudo papelón. Sin contar que a su padre hay que sacarlo en ambulancia si, cuando lleguen sus preciados invitados, él les hace una reverencia con una casa de campaña en los pantalones.

-¿Quieres dejar de hacer esas muecas ridículas con la cara?- su padre interrumpe sus pensamientos - ¿No puedes fingir que te interesa esta reunión, al menos? Este hombre ha sido mi socio por años y pretendo que siga siendo así cuando tú heredes el negocio. Él vendrá con su hijo hoy, ustedes deben consolidar el futuro de nuestras relaciones comerciales.

-Entiendo.-

Su voz fría y monótona se dejó oír, tan diferente a la que suplicaba empapada de placer por el toque de ese hombre. ¡Dios, ya está de nuevo pensando en él!

-Además,...- su padre deja en suspenso la frase pero a él no le sorprende, siempre hay "algo más" en los planes de este hombre - la hija menor de mi socio acaba de cumplir los veinticinco. Es linda como una pintura y escasa de cerebro, la combinación perfecta para que sea la presa favorita de muchas familias en nuestro círculo social. Yo pretendo inclinar la balanza a favor de nosotros. Así que ya estás advertido.

Junmyeon siente ganas de vomitar. Un guante de hierro le aprieta las tripas haciendo que todo su interior se contraiga en un espasmo doloroso. Tiene ganas de salir corriendo dejando una estela de polvo detrás como hacen los personajes de las tiras de ánime... pero su vida es real, no un dibujo animado.

"¡Princesa, cuán reprimido estás!"

¡Cállate, maldito Park Chanyeol! ¡Infiernos! ¡Cállate de una maldita vez!

Su mandíbula está rígida, aprieta los dientes con tanta fuerza que puede provocarse un dolor de muelas.

El ilustre señor Kim ya le planificó el futuro y según sus propios parámetros: chica linda y sin cerebro. Sí, así era su madre en los años en que su padre la conoció, él ha visto viejas fotos que su nana guardaba, las únicas sobrevivientes después del matrimonio. Ella era una belleza delicada y suave, hija de la baja clase media y su abuelo la entregó en bandeja de plata a su padre que despuntaba como un joven guerrero que quería escalar en el mundo y granjearse su lugar.

Hyung. La entrega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora