Capítulo 10: Siempre causando problemas.

Start from the beginning
                                    

La única persona que lo apoyó, que estuvo para él, fue Rachel. Ella, lo defendió contra aquellos chicos que lo golpeaban en las duchas, en el comedor, cuando decidía estudiar por cuenta propia, y también en la habitación que compartían con chicos de diferentes edades.

Era bueno saber que existían niños que sí poseían una familia que los quisiera, que los amara y que siempre estarían para ellos. Matt nunca pudo decir eso de sí mismo.

—¿Cuántos años tienes? —Matt cuestionó. Comenzó a creer que las charlas en un baño público no eran tan degradantes.

—Siete. —Dijo enorgullecido. Matt creyó que tendría seis todavía—. Pero, no puedes cambiar un tema, evitando el principal. Eso es bastante grosero y maleducado de parte tuya.

Matt rio, volviendo a recargase en el gran lavabo. —Tu tío no me gusta, Kenner.

—¿Apostamos?

En ese momento, mini Nicholas salió con la postura recta y con una sonrisa soberbia. Matt ya tenía suficiente con lidiar con un Nicholas, no quería hacerlo con dos.

—¿Apostar? —Bufó, viendo a Kenner lavar sus manos. Parándose de puntitas—. ¿No tienes como tres años?

Kenner achicó sus ojos, molesto y al no alcanzar el jabón de manos, dio unos diminutos saltitos en su lugar. Matt sonrió, divertido. Que cosita tan enana. 

Matt evaporó un sonido falsamente adorable y dijo, irónicamente—: ¿Necesitas ayuda?

—No. —Otro saltito y no alcanzó. Kenner era realmente bajito, ¿o simplemente estaba muy elevado el lavabo?

—Bueno, entonces apresúrate. —Movió su mano, agilizándolo—. Tu tío es bastante condescendiente contigo, pero no conmigo.

—Él se enojará cuando no vea su desayuno en su escritorio, no por esto. —Otro salto. Nada.

Matt suspiró, resignado. —Ven, te ayudo. —Pidió permiso para cargarlo y cuando Kenner asintió sufridamente, Matt lo sujetó ligeramente de su cintura, para levantarlo. Kenner rápidamente posicionó jabón en sus manos, antes de comenzar a removerse en los brazos de Matt.

Cuando Matt lo bajó, el niño le agradeció y terminando por lavar sus manos, ambos chicos salieron del baño.

—Si pierdes, comerás dos tartas de fresa. —Kenner siguió con su ilógica apuesta mientras caminaban por el pasillo para la oficina de Nicholas—. Y, admitirás que tienen un buen sabor.

—Yo jamás acepté la apuesta.

—Y si yo pierdo —ignoró a Matt. Dios—... si yo pierdo te contaré lo que Nico me dijo ayer sobre ti. También, admitiré que la tarta de fresa es terrible.

Matt inclinó su cabeza hacia atrás, carcajeándose. Seguramente, Nicholas le platicó el desastre que Matt era, lo mucho que le irritaba y lo mucho que anhelaba desaparecerlo de su vida.

—¿Qué te hace creer que me importa lo que tu tío opine sobre mí? —Le importaba—. Y ya sabemos que la tarta de fresa es terriblemente desagradable.

Kenner elevó su mano, a un paso de las puertas de la oficina de Nicholas, como si todo lo que Matt expresó, no hubiese significado nada.

—¿Acaso escuchaste todo lo que mencioné? —Matt frunció su ceño, pero ya estaba elevando su propia mano, afirmando el trato. ¿Qué estaba haciendo?

—Nico tenía razón —murmuró—, eres muy predecible.

—¿Perdón? —En su conmoción, ninguno de los dos, se percató que, Nicholas abrió la puerta, descubriéndolos con las manos juntas y retándose con la mirada.

Black [spin-off]Where stories live. Discover now