· V e i n t i c u a t r o ·

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Intenté no hacer caso de toda la piel expuesta que dejaba, o del hecho de que Chiara enseñaba más que yo. Simplemente cerré los ojos, me dejé llevar por el sonido de las olas al romperse y esperé que el calor me atontara suficiente para dormirme.

Por suerte Angelo y Jax empezaron a hablar en seguida, y Chiara no tardó en unirse para hacer comentarios del viaje a Venecia y de visitar Burano y Murano.

Me di la vuelta dos veces, consciente en realidad de que los ojos de Jax se movían hacia mí cada poco tiempo, antes de que Angelo preguntase si alguien quería meterse al agua.

Me faltó poco para saltar sobre él.

—¡Yo! —Exclamé.

Me sonrió, y se levantó de la toalla que estaba a mi lado. Lo seguí, entusiasmada por huir de allí.

De la zona donde una chica semidesnuda descansaba a mi lado. Y de Jax, que estaba tumbado también muy cerca. Sin camiseta.

—Venga, vamos.

Seguí a Angelo a través de la arena blanca. Sus hombros anchos siempre me habían protegido en el agua, y estaba segura de que habían servido a más de una revista. Parte de la carrera de arquitecto se la había pagado con sus trabajos como modelo.

Y no me extrañaba.

En las olas me esperó, acercando su mano a la mía.

—Vamos, principessa.

Sonreí, tomándola, pero sus ojos observaban unos metros más allá.

Al seguir el camino de su mirada me encontré con las figuras de Jax y Chiara avanzando hacia nosotros. Mierda.

—¿Lista? —Preguntó él, sacándome de mi ensueño.

Cuando lo observé ya no estaba pendiente de esos dos.

—Claro —mentí.

Y nos metimos dentro del agua cálida.

Al principio me quedé un poco quieta, dejando que las olas golpeasen el estómago. Normalmente tardaba mi tiempo en sumergirme, ya que a pesar de que el agua no estaba del todo fría, había una diferencia significativa contra mi piel caliente por el sol. Primero mojaba los hombros con el agua, los brazos, la cintura... Pero Jax estaba cada vez más próximo a la orilla, y el frío del agua me venía bien para las ideas.

Así que terminé por seguir el ejemplo de Angelo, y me lancé de cabeza cuando una ola llegó hacia mí.

Salí tosiendo y estremeciéndome, pero su sonrisa mereció la pena.

—Como una sirena —mintió, porque obviamente parecía un pato—. ¿Vamos más adentro?

Me lo pensé bien. Muy bien. En aquel lugar el agua me llegaba por debajo del pecho, aunque a él apenas a la altura del ombligo. Era lo ideal para mí.

El salado de las olas se mezclaba entre mi boca y mi respiración, diciéndome que más adentro no, que debía salir.

Pero no le hizo caso a mi instinto.

¿Por qué?

Porque escuché a Jax y Chiara llamándonos a pocos metros de nosotros.

—Claro, vamos —repliqué, estirando el brazo bajo el agua para atrapar su mano.

Angelo tampoco se volvió al escucharlos, porque obviamente lo hacía, y juntos avanzamos hacia el interior del mar.

Llegado un momento, empecé a caminar con los pies en punta para no tragar agua.

Una Perfecta Oportunidad © 30/03/2023 EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now