No sé por qué algo en su discurso me hace llorar, no sé si es por la fidelidad y el amor que se tienen la una a la otra o por las palabras de mi esposa admitiendo que en el mundo entero, su lugar favorito siempre fue conmigo.

—Me salvaste aunque nunca lo notaras, me salvaste porque planeaba terminar mi viaje en esta vida sola y ahora no será así—comenta manteniendo la sonrisa—Soy afortunada de tenerlos en mi vida porque me dieron momentos únicos, como una boda en Noche Buena y...

—No hagas eso—le corta Ciara con el ceño fruncido.—No te despidas de mí de esta forma porque todavía nos queda mucho tiempo y...

Joy aprieta su mano.

—Sabes que no es así—susurra dejándome paralizado.—No tengo mucho tiempo, pero quería que supieras, antes de dormir, que eres una buena amiga, la mejor que he tenido y que... que ese beso que me diste en la universidad fue el segundo mejor beso de mi vida.

Entre lágrimas Ciara se carcajea.

—¿Quién tiene el honor del primer beso?—le pregunta a lo que mi esposa clava la mirada en mí.

—Mi esposo, siempre tendrá el primer puesto—comenta.

Me limpio las lágrimas de mis mejillas antes de mirarla. Soy capaz de sonreír únicamente porque tengo un nudo atravesado en la garganta que me impide hacer algo más pues noto que se está despidiendo de su amiga porque el final está cerca.

Las manos me tiemblan, su amiga llora sosteniéndola de la mano y murmura miles de veces lo mucho que la ama cosa que es recíproco porque mi esposa también lo hace. En cualquier otro momento habría sentido algo con respecto a esto pero ahora solo puedo pensar en lo afortunada que es Ciara porque si la ama con la misma intensidad con la que yo lo hago sé que se siente privilegiada porque al menos para mí, ser amado por Joy y amarla es el mayor privilegio que tuve en mi vida.

Joy le permite llorar y desahogarse por varios minutos donde lo único que puedo hacer es tomar su mano y hacerme a la idea de que este es el momento del que tanto me habló mi tío, el momento donde el paciente en etapa terminal tiene una corriente de energía que no suele durar mucho tiempo pero que no significa que esté sanando sino todo lo contrario, significa que todo está peor. Mucho peor.

—¿Puedo ver a mis padres? Me encantaría hablar con ellos un momento—me pide mirándome.

—Los buscaré—susurro. Me cuesta ponerme de pie, siento que el corazón me pesa una maldita tonelada pero aún así camino hacia el pasillo donde se encuentran las habitaciones. Golpeo levemente la puerta dos veces pero nadie responde, voy hacia la puerta de mis padres y sucede lo mismo. Quizás se quedaron a cenar y se les hizo tarde, quizás necesitaban el tiempo a solas pero maldigo en voz alta porque el momento se está acercando y no estarán presentes.

No sé si grité en voz alta o qué pero tengo a la enfermera y al cuidador en el pasillo en cuestión de nada, ambos agitados acompañados por mi tío Kiran. Frunzo el ceño al verlo pues creí que estaba con los demás.

—¿Sucede algo?—me pregunta alarmado.

Respiro entrecortado tratando de hacer que el aire ingrese en mis malditos pulmones que se rehúsan a colaborar.

—Está... está pasando—susurro ahogado. Veo que los tres se tranquilizan cosa que no me da buena espina.

—¿Está hablando?—me pregunta serio.

—Sí, hablando y sonriendo, haciendo bromas y...

—Sabes lo que significa—me corta, creo que más que nada cortando mis penosas esperanzas de que esto signifique un milagro porque no será así—Debemos hacerla sentir cómoda, darle lo que quiera hasta que llegue su momento.

Entre Joy y Nueva York (AQS #5)Where stories live. Discover now