—Lo suficiente para saber que mi amiga es una pervertida que espía a sus vecinos de madrugada. —se cruza de brazos.

—No es lo que parece.

—Eso es precisamente lo que dice alguien cuando es lo que parece. —levanta una ceja.

Suspiro.

—Bueno, es un poquito lo que parece. —declaro juntando mis dedos como cantidad, a la par que le sonrío enseñando mis dientes.

Baja los brazos y se sienta sobre mi cama.

—Ven aquí. —ordena, dándole palmaditas al colchón a su lado.— Cuéntame.

Conozco a Alexa a partir de que ingresé a la universidad. Es la única nueva amiga que he tenido. Siempre habíamos sido Camila, Max y yo desde pequeños. Pero ella ha sabido acoplarse a nuestro círculo de amistad cerrado.

No confío en ella como lo hago con Camila, pero siento que este tema es mejor hablarlo con alguien que no se lleva tanto con Max como Camila. Si se lo contara a Cam, la pondría en un aprieto con mi novio, y no quiero eso.

—Hace unos días me besé con un chico en un callejón. —confieso sin tapujos.

—¡¿Qué?! —exclama con los ojos bien abiertos.

—Si. Se lo conté a Max cuando pasó. No me gusta tener secretos con él.

—Espera, espera. —se pone de pie y abre los brazos como si estuviera ordenando los hechos— Le pegas los tarros a tu novio y, para colmo, ¿se lo cuentas?

—No fue un tarro. Solo fue un beso. Ni siquiera nos acostamos.

—Ser infiel no va solo de tener sexo. —declara— En el momento en que traiciones la confianza que alguien ha depositado en ti, haciendo algo que se supone que no hagas, ya estás jodida.

—¡Pero se lo conté! —me pongo de pie también.

—¿Y? Ahora, si él quiere puede besar a otra chica solo porque tú lo hiciste. Y no le vas a poder reclamar nada.

—No es lo mismo. Eso sería algo intencionado.

—Leah, entra en razón. —me agarra por los hombros y fija su mirada en mí— Está mal.

Alejo sus manos de mí y le doy la espalda.

—Te lo conté a ti porque pensaba que no me ibas a juzgar ni a ponerte en el lugar de Max.

—Soy tu amiga. Y las amigas se dicen la verdad aunque duelan.

Nos quedamos en silencio por unos segundos hasta que ella vuelve a hablar.

—A todas estas. ¿Eso qué tenía que ver con qué estuvieras espiando a los vecinos?

—Que el chico al que besé vive allí en frente. —murmuro. Ya qué más da que lo sepa todo.

—¿En serio? —sus párpados se elevan. Camina hacia donde lancé los binoculares y los agarra— Yo quiero ver.

—¿No decías que era una pervertida por espiar a mis vecinos?

—¿Y qué más da? Yo también soy una pervertida. —forma una media sonrisa en sus labios.

—Igual, no vas a ver nada. Es el apartamento de las cortinas negras.

Su móvil comienza a sonar en su mano y cuando ella ve la pantalla, sus mejillas se tiñen de rojo.

—Tengo que irme. —declara luego de dejar los binoculares sobre la cama.

En ese momento es que me doy cuenta de que ella no parece haber despertado recién como yo.

Está vestida con un pantalón de mezclilla que se ciñe a su cintura y un top negro que deja entrever su ajustador del mismo color. Lleva el maquillaje característico de ella: sombra negra, delineado negro, y labios negros. La gargantilla del mismo color, contrasta con el corte de su cabello hasta su barbilla.

Control: un cuerpo, dos almas©️ [Killer #0]Where stories live. Discover now