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"Más cuerdo es, el que acepta su propia locura."

Edgar Allan Poe

Kyan

Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala. Mátala.

Despierto cubierto de sudor en el sofá de mi salón. Respiro pesadamente. Siento las hebras de cabello, pegadas a mi frente y el corazón latiéndome a una velocidad para nada normal.

Mátala. Sabes que quieres hacerlo.

Niego con la cabeza, recuperando la postura en el sofá. La televisión se encuentra encendida. Debo haberme quedado dormido mientras veía por cuarta vez la película Avengers: Infinity War. Quise tratar de entender el punto de vista de Leah con respecto al villano, pero no fui capaz de hacerlo por más que repetía una y otra vez la película.

Dejo caer mi cabeza hacia atrás, esperando que mi respiración se estabilice.

¿Por qué me importa tanto lo que diga esa chica?

Será porque nunca esperé que aquel día me besara en el callejón, en vez de salir corriendo y huir de mí. La forma en que nuestros labios se fundieron en lo que parecía ser un juego de dos mentes desconocidas, se sintió como si me hubiera encadenado a ella de una forma u otra.

Se suponía que ese día la mataría. Pero no lo hice, y por eso la oscuridad no me ha dejado tranquilo.

Cuando ya me siento de vuelta a la normalidad, camino es dirección al baño para darme una ducha. El reloj en la pared de la cocina me indica que son las cuatro y media de la mañana. No dormí tanto, pero supongo que será suficiente para mantenerme activo.

Me despojo de mi atuendo y lo pongo en el bote de ropa sucia. Debajo del chorro de agua en la ducha, intento despejar la mente de cualquier pensamiento posible que atormente mi estabilidad, pero el recuerdo de tener algo pendiente, no me lo permite.

Mátala.

Sé que tengo que matarla. Lo sé. Pero luego de haber descubierto lo que le sucede, no soy capaz de hacerlo. Tengo que buscar una forma para cumplir con mi propósito y por eso la he investigado a profundidad en estos últimos días.

Llevo viéndola desde que me mudé a este edificio. No porque quisiera, sino porque siempre ha estado ahí, frente a mí. ¿Cómo no verla?

Sé que tiene pareja y por eso nunca ha llamado mi atención más de lo debido. Ella era solo una vecina más de todas las que me rodeaban, con una vida opuesta a la mía.

Pero entonces pasó lo que pasó y despertó esa espinita que la hizo interesante a mis ojos.

Termino de ducharme cuando siento la piel de mis dedos arrugadas por haber pasado tanto tiempo debajo del agua. Me pongo unos pantalones blancos y voy a la cocina para hacerme un cola cao. Al mirar el reloj, me percato de que estuve casi una hora en el baño. Me pasa mucho eso de perder el tiempo sin razón alguna.

Mi teléfono suena desde el sofá, indicándome la llegada de un mensaje. El nombre de Zack, se proyecta en la pantalla cuando lo tengo en mis manos.

¿Vas a necesitar otro pase para entrar a la universidad hoy? ¿O ya terminaste de acosar a esa chica?

Antes de que pueda responder, siento como si alguien estuviera observándome y la piel me escuece debido a la intensidad con la que lo hacen. Levanto un poco la vista hacia la cortina abierta frente a mí caminando hacia ella con la intención de cerrarla, no sin antes percatarme de la chica que me mira con unos binoculares a través de la ventana de su habitación.

Control: un cuerpo, dos almas©️ [Killer #0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora