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Elizabeth Thompson. 18 de febrero del 2016, el Olimpo.

La luz tenue se filtraba por las cortinas y le golpeaba en el rostro, no le quedó más remedio que levantarse. Se sentó en la cama y se talló los ojos, observó una figura moviéndose de aquí para allá, era Evan que cerraba las cortinas y dejaba algo en la orilla de la cama.

—Al fin despiertas, ¿tanto duermes? —preguntó mirándola con una media sonrisa.

—¿Sueles entrar a las habitaciones mientras hay gente durmiendo? —ignoró la pregunta anterior.

—Cuando tengo una orden, sí —estiró la mano y arregló los despeinados cabellos blancos de Elizabeth, se dio cuenta de ello y la retiró de inmediato borrando la sonrisa de su cara—. Vístete, te dejé la ropa ahí. Te espero afuera.

La albina vio a Evan salir de la habitación, un tanto confundida por el cambio de actitud repentino. Se levantó sin más remedio y se dirigió al baño.

Se aseó, hizo sus necesidades, se lavó los dientes y se vistió, era una ropa similar a la del día anterior, pantalones de cuero ajustados, camisa blanca y botas bajas. Su cabello se lo ató en una trenza larga y salió.

Fuera del cuarto, en el pasillo, Evan estaba recargado en la pared con una manzana en la mano, al verla se la lanzó.

—Disfrútala, es la única comida que tendrás hasta el almuerzo —empezó a caminar y Elizabeth lo siguió—. El entrenamiento va ser pesado, no querrás vomitar todo, ¿o sí?

Ella resopló y mordió la manzana sintiendo un sabor a menta.

—Vamos a ver a los dioses, van a decirnos lo primero que debes aprender, así organizaremos tu entrenamiento.

Ella asintió aunque él no pudiera verla, se acabó la manzana y la botó en un basurero en el pasillo.

Siguieron caminando por el Olimpo hasta detenerse frente a las puertas del salón del trono, Evan puso las manos en ellas para abrirlas pero se detuvo antes de hacerlo.

—No hables a menos que sea necesario, después de ayer no saben si confiar en ti, así que no abras tu boca más de lo que debes.

Sin esperar respuesta, él abrió, topándose de frente con un pelinegro que iba saliendo, Arsen.

Arsen vio a Evan, y luego su mirada cayó en Elizabeth, sus ojos se abrieron un poco más pero parpadeó y se alejó sin decir nada.

El rubio y la albina entraron al salón y cerraron detrás de ellos.

Arsen Makri

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Arsen Makri. 18 de febrero del 2016, el Olimpo.

Arsen abrió la puerta de la habitación de Astra, ella estaba peinándose el cabello mojado y lo miró un tanto confundida.

—Veo que aún no me haces caso —le había dicho innumerables veces que tocara la puerta al entrar.

—La ví —dijo Arsen sentándose en la cama de su amiga.

Bendecida Por Los Dioses (Libro 1) Where stories live. Discover now