-No subestimes la fuerza de Sheng Guang, Dalai KongShun. Ella es mucho más que capaz. Sin embargo, estamos en un terreno en el que no debemos tener confrontaciones. La Torre es un lugar sagrado, le debemos respeto tanto como al gran Patriarca.

-Como digas, Maestro ChaoHeng. Solo asegúrate de estar atento.- advirtió guardando el cuchillo nuevamente.- Alguien está investigando sobre más de un secreto y no conviene que sepan que estás aquí. Es malo para la reputación de tu antiguo clan.

-¡Vete de una vez!- exigió el joven provocando que su contrario sonriera con malicia.

-Me iré, por supuesto. Pero no será la última vez que nos encontremos.- por fin, el sirviente se dio vuelta y se retiró del lugar.

Sheng Guang se apresuró a abrazar a Yong ChaoHeng y revisar tanto sus manos como su cuerpo. Estaba preocupada, había estado lejos dejándolo solo por una necesidad y solo eso bastó para que él estuviera en peligro. No podía perdonarse aquello, pero su abrazo fue correspondido con uno aún más fuerte.

-Mi pequeña princesa, me alegra mucho que llegaras a tiempo. Las provocaciones de ese lunático me habían hecho pensar que te había lastimado.

-Me encuentro bien, Maestro. Nadie me ha lastimado.- ambos compartieron una sonrisa.- Maestro, el joven de sangre maldita está investigando el atentado contra el gran Patriarca. Me ha descubierto viendo dentro de Xing Hu.

-No creo que haya algún problema si ellos descubren que estamos aquí, A-Guang.- respondió él separándose por fin del abrazo.- ¿Qué más has logrado averiguar?

-Tengo información sobre otro cultivador aquí, Maestro ChaoHeng. Uno de la secta de la grulla, lo reconocí por sus vestimentas, pero hay algo muy extraño en él.

-¿De la grulla? ¿Y es solo uno? Eso no es muy común.

-Pues hablaba con el emperador de Dadi y creo saber algo sobre eso.

-Cuéntame, mi pequeña, pero no aquí. Hazlo cuando regresemos a nuestro lugar secreto.

(...)

-Le digo que había alguien ahí. Y estoy casi seguro de saber quién era.- insistía Meng HuanYue.

-Ya me lo has dicho más de diez veces. En la Torre no hay razones para que hayan niños. No es posible que te hayas encontrado con una niña aquí.- refutaba Xen ShenTai.

Ambos habían regresado a los aposentos del emperador de Kongyun. Este tomaba té en la mesa mientras su sirviente estaba sentado en la ventana mirando hacia afuera. Habían dado un buen recorrido esa tarde y preguntado por muchas cosas a los sirvientes. Decidieron regresar cuando Meng HuanYue consideró que ya tenía todas las pistas.

-Solo me falta una cosa por revisar, pero no podré si no me dejan estar en presencia del gran Patriarca.

-Nadie te dejará. Apenas han dejado a Yan JenGe debido a su buena relación con él. Pero a alguien como tú no le dejaran entrar a sus aposentos, y menos aún cuando eres sospechoso para el resto de los emperadores.- comentó el soberano con mucha calma tomando un sorbo de su té.

-Se te ve muy tranquilo, majestad. Normalmente estarías lanzándome alguna taza o algo por el estilo por mis raras ideas.- una sonrisa de satisfacción y alegría se notó en el rostro del de rojo vestir.

-Tus métodos son poco ortodoxos, ya lo he admitido, pero tienen buenos resultados, así que estoy comenzando a comprender que solo debo tener algo de paciencia contigo y esperar a tus resultados.

-Oh, ¿qué estoy escuchando? El gran emperador de Kongyun está poniendo confianza en su sirviente más fiel...- dijo bajándose de la ventana y acercándose con movimientos juguetones.- Y más aún... está teniendo paciencia. Voy a pensar que las tortugas correrán y el fuego arderá bajo el agua.

Los ojos del emperador Where stories live. Discover now