Segunda Parte: Nostalgia en medio del conflicto. Capítulo 7

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Steve miró fuera de la reja, detectando veinte guardias armados. Había saltado de un avión a una caída de seiscientos pies de altura para caer al mar y de ahí llegar al sistema de alcantarillado del pueblo más cercano, que era exactamente donde se encontraba.

Al parecer él era el único capaz de llevar acabo esa misión, algo sobre caer a gran velocidad para no ser detectado, también era el único que podría nadar dos millas sin agotarse para después atravesar tres millas en territorio hostil antes de infiltrarse a la base enemiga donde mantenían a nueve rehenes.

Según inteligencia trataban con un grupo terrorista fuertemente armado, quienes habían capturado a nueve ciudadanos americanos para pedir la liberación de su líder actualmente encarcelado en Guantánamo.

Steve abrió la reja sobre su cabeza, salió a una calle mal iluminada para rápidamente esconderse tras los restos de un auto estacionado cerca. Los hombres armados en la acera contraria iban y venían frente un viejo edificio de tres pisos, según la información era donde tenían retenidos a las trabajadores de ayuda humanitaria.

¿Qué estas esperando, Rogers? —dijo Nick Fury a través del comunicador en su oído.

Miró hacía el cielo oscurecido, sabiendo que de alguna forma Fury podía verlo, solo entendía algo sobre un satélite o avión no pilotado controlado desde una base militar. Steve miró otra vez a los hombres armados al otro lado de la calle, más de uno podría ser considerado un niño.

Esa era una de las razones por las que él estaba dudando, pero se recordó lo que había leído sobre ese tipo de grupos, ese en específico, eran hombres terribles que seguían a un hombre aún más terrible, un hombre que al igual que otros antes, había llevado la guerra a su país, asesinando a miles de civiles inocentes, una guerra en su propio país no los había detenido.

Cuando preguntó qué podía hacer contra ese tipo de situaciones, Fury le había hablado de esa misión. Su deber era proteger a su país, se sintiera correcto lo que hacía o no. La misión era en suelo extranjero. Los Ultimates habían declarado al formarse no hacer nunca algo como eso. Pero, ¿qué había dicho Fury? Que a veces debían romper las pequeñas promesas. 

Rogers, hay actividad en el interior, así que mueve tu patriótico trasero dentro de ese edificio y acaba con cada uno de esos malnacidos, o sino mañana al amanecer tendremos nueve cadáveres en un aeropuerto en Dallas.

Steve llevó la mano a su oreja.

—Entendido, señor.

Tomó el arma de su cadera, la revisó y luego procedió a tomar el escudo en su espalda. Tenía la sensación de hacer lo correcto e incorrecto al mismo tiempo, algo que nunca le había sucedido en la guerra antes, sin embargo, había vidas en juego y tenía ordenes claras.

Salió de su escondite y se lanzó a hacer lo que mejor sabía hacer, luchar.

Si a los enemigos jóvenes solo les rompió un brazo o dos ese no era asunto de nadie. Tras vencer a los guardias Steve usó el escudo para derribar la puerta, trató con una segunda ola de hombres armados antes de poder llegar a los civiles, atados y maltratados en la esquina de la habitación lo miraron con alivio y lagrimas en sus ojos. Cuando otro grupo de hombres y jóvenes le apuntó con rifles, Steve no se lanzó al ataque y solo los miró con advertencia.

—Bajen sus armas o les aseguro terminarán como sus amigos de allá afuera.

Miraron a Steve y después al rastro de cuerpos a su espalda, segundos después bajaron sus armas.

Bien hecho, Rogers. El equipo entrará ahora.

Steve apresó a los enemigos en pie y liberó a los rehenes. Las personas liberadas se lanzaron a sus brazos con lágrimas y palabras de agradecimiento.

Sentirse bienWhere stories live. Discover now