D o s

31.1K 2.3K 957
                                    

A la mañana siguiente te levantas gracias al despertador, que llevaba sonando vario tiempo con su agudo pitido, pero por pura flojera, aun no te habías levantado. Una vez que estuviste despejada, lo apagaste con enojo. Limpiaste tus ojos soñolientos con tu mano mientras te sentabas en la cama. Bostezaste y te tapaste la boca con una mano, mientras metías tus pies en tus pantuflas.

- ¿Ves? No hay nadie más aquí...- Dijiste con una sonrisa al inspeccionar tu cuarto con la mirada. Te pusiste de pie y fuiste al baño a tomar una larga ducha caliente. Una vez que terminaste, te vestiste y paraste enfrente del espejo y cepillaste tú cabello.

Al fin era sábado. Aunque tenías que hacer tu cansada y molesta tarea, no te preocupaste, tú siempre tenias las mejores calificaciones cada semestre así que ¿Por qué hacerlas en sábado? Reíste para tus adentros ya que no solías ser así. Lo que realmente te preocupaba eran tus padres, ellos no estaban en casa, de nuevo. Igual que siempre, ellos se iban por asuntos de su trabajo y dejaban una nota en el refrigerador especificando cuando iban a volver, aunque sabes que van a pasar dos o tres semanas para que hagan eso.

Suspiraste y te miraste en el espejo antes de bajar. Fuiste directa a la nevera y como era de esperar, había una nota pegada en ella. La tomaste y la aventaste a la basura, no te hacía falta ver lo mismo toda tu vida para recordar cuando iban a regresar tus padres.

Miraste en el refrigerador y afortunadamente, tu madre ya habría preparado algo para ti. Cuando cerraste la nevera, quedaste sorprendida al ver que había una persona a tu lado. Pero no cualquier persona, era el chico de anoche.

Tus ojos se abrieron con temor y sorpresa. Lo cual al joven no le pasó desapercibido, ya que sonrió y tomo la leche que tenias en tus manos para ponerla sobre la mesa.

- Así que... ¿ahora qué?- Dijo como si estuviera en la situación más natural del mundo y se sentó en una silla mientras sujetaba su bastón de madera, cosa que te hizo enojar. Miraste a tu alrededor para después posar la vista en el joven, que te sonreía de una manera un tanto rara. Te acercaste y lo miraste recelosa.

Caíste en la cuenta de que había unos tubos de metal no muy lejos de ti y sin pensarlo dos veces, los agarraste y apuntaste hacia el muchacho.

- ¡Hey! ¿Qué-que estás haciendo?- Exclamo, sorprendido y enojado por lo que acababas de hacer, aunque notaste que su mirada tenía un toque asustado.

- ¿Qué-qu-que quieres decir con lo que estoy haciendo?- Preguntaste nerviosa, aun sosteniendo los tubos de metal en tus manos y apuntando al chico con ellos- ¿¡Que estás haciendo tu aquí ¡?

El joven camino con precaución hacia ti y sostuvo tu mano, por si hacías algún movimiento brusco.

- No me digas que lo has olvidado- Murmuro, recordando lo que habían hablado anoche.

Lo miraste con los ojos muy abiertos, gracias al estado de shock y empezaste a sentirte nerviosa.

- T-tu ¿C-como entraste aquí?- Preguntaste mientras el joven tomaba los tubos de tus manos y los ponía en el lugar donde los habías agarrado.

- Como dije ayer por la noche...- Dijo poniendo sus manos sobre tus hombros, ayudándote a sentarte y tratando de calmarte.- Te lo diré, pero tendrás que creerme.

Viste al muchacho delante de ti y quedaste impactada por sus brillantes ojos azules, aquellos en los que te veías reflejada. Abriste la boca, pero no tenias idea de lo que ibas a decir así que volviste a cerrarla.

- Vi algo en tu habitación últimamente...- Tus ojos se abrieron al pensar que el había estado en tu habitación y tu ni siquiera lo sabías.

- ¿Y?- Murmuraste nerviosa, esperando a que prosiguiera.

- Se que me conoces- El respiro hondo antes de continuar- Mírame, _- Posaste tus ojos en el joven, tratando de entender lo que quería decir.- Tú ya sabes... quien soy.

Miraste sus ojos, su cabello blanco y plateado y por último, su bastón. También los copos de nieve en su chaqueta y sus pantalones vaqueros al igual sus pies y se pregunto porque los tendría descalzos, en invierno... Y no había nadie en el mundo que caminara en épocas decembrinas sin ningún zapato que lo protegerá de la fría nieve, excepto alguien...

Tú sigues tratando de recordar algo que encaje con lo que el muchacho dijo últimamente. "Vi algo en tu habitación últimamente" esa frase sigue dándote vueltas en la cabeza, hasta que por fin parece que el foco en tu cabeza se prende y te deja con una conclusión algo descabellada y loca.

- Los copos de nieve en tu ropa, tu pelo blanco y plateado- Dijiste tranquilamente. Después de unos segundos, tocaste sus manos para añadir- tus manos frías y pálidas, tus ojos azules...- Te detuviste, comprendiendo por fin quien era aquel joven.

El nerviosismo que antes te tenía presa desapareció y una débil risa se escapo de tus labios al inspeccionar al joven de pies a cabeza.

- Tu eres... eres...- Dijiste mientras sentías el entusiasmo comerte desde adentro.- ¡JACK FROST¡- Gritaste eufórica al darte cuenta a quien tenias enfrente de ti. El joven sonrió y dejo escapar un suspiro de alivio.

- Tú eres Jack Frost- Repetiste después de un rato, un poco más calmada.

- El mismo- Murmuro y te miro con alegría.

Limpiaste tus ojos, para verificar que tu mente no te estaba jugando una mala pasada, pero Jack Frost seguía enfrente de ti, el Jack Frost. El chico sonrió mientras te veía aun sorprendida y un poco fuera de lugar.

- ¿Quieres que te traiga algo?- Preguntaste alegremente, sin poder retirar la vista de Jack.

- No lose- Dijo él mientras te miraba- Decide por mí.

- ¿Estás seguro?- Preguntaste nerviosa, debatiendo internamente que podrías llevarle al espíritu del invierno, pero el solo asintió rápidamente con la cabeza.

- Bastante seguro, además... tú sabes muchas cosas sobre mí.

•Vida con Jack Frost• | Jack FrostWhere stories live. Discover now