5. Segunda cita, manoseos con crema solar y una compresa flotante

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5. Segunda cita, manoseos con crema solar y una compresa flotante

***

Amador


¿Qué le he hecho yo al repartidor de paquetes para que me torture con el timbre a las nueve de la mañana, en plenas vacaciones de verano? (Bueno, plenas, plenas, no son, porque ya estamos a primeros de septiembre, y empiezo el curso en la uni en menos de dos semanas, pero yo entiendo lo que he querido decir).

Y para colmo, el paquete era para una tal Esmeralda Rubio Montero, que no he pillado quién era hasta que no me he despertado totalmente con un café. Además, mi compañera de piso no ha pedido nada interesante; sólo vestidos veraniegos que no podré usar (sí, he cotilleado lo que había dentro, que estoy en mi derecho por haberme despertado tan temprano, y en esta maldita casa y en la de al lado la privacidad brilla por su ausencia).

Como ya me he desvelado, estoy husmeando las guías de las asignaturas que tengo que estudiar durante este cuatrimestre y el siguiente para ver qué profesores me han tocado, y rezo para que hayan contratado a alguno que esté bueno para que me alegre la vista mientras atiendo, ya que casi todos los que me han dado clase en los años anteriores son unas momias que han nacido en el siglo trescientos antes de Cristo.

Mi gozo en un pozo cuando descubro que en algunas materias me tocan esas momias, aunque lo bueno es que Psicología de la Salud la imparte Cecilia, una mujer majísima (y joven) que ya he tenido en otros cursos y que me encanta cómo explica.

La siguiente guía que leo es la de Evaluación y Terapia del Lenguaje y me percato de que el profesor es un tal Guillermo Casanova Alegre, que supongo que será nuevo porque no me suena de nada, pero tiene nombre de tío bueno.

Mi curiosidad me anima a buscarlo en Google para no quedarme con la duda. Sin embargo, cuando escribo en el buscador «Gui», el sonido del WhatsApp me interrumpe y lo dejo todo para responder el mensaje de Shakira.

Primero se deben atender las prioridades, como tiene que ser.

Shakira: «Amador, ¿estás despierto ya? ¿Qué te parece si hoy pasamos el día en la playa? Tú y yo solos, sin sobrinas, ni compañeras de piso, ni cuñados, ni hermanos gemelos. Te recojo dentro de una hora con la furgo»

Yo: «Es la primera vez que madrugar me ha servido para algo. Me sobran cincuenta y nueve minutos, que se me van a hacer interminables hasta que vengas, Shakira de mi corazón. ¿Puedes venir en sesenta segundos, que es lo que tardo en bajar en el ascensor?»

Shakira: «Es que aún estoy acostado. Se me ha ocurrido esta idea nada más abrir los ojos»

Yo: «Mmm... Me alegro ser yo lo primero que aparece en tu mente al despertarte. Eso es amor verdadero»

Shakira: «Voy a preparar las cosas. Te veo en una hora»

Yo: «No te retrases. Muaaaaak»

Apago el ordenador y me pongo en marcha para coger todo lo necesario para pasar este día de playa con el posible donut de mi vida, sin hermanos gemelos tiquismiquis, ni cuñados que son una mala influencia para un angelito como yo, ni compañeras de piso pesadas y creadoras de tortillas de marihuana, ni mocosas repelentes (a ver, la sobrina de Shakira es la única cría que me ha caído bien en toda mi vida, pero les sigo teniendo un poco de alergia a los niños, sobre todo a los dos ingenieritos que viven en el piso de arriba que, siempre que me ven o vienen a mi casa para que mis compañeras sean sus niñeras, arrugan la nariz y me llaman «teleñeco falso»).

Voy a la cocina, con la intención de buscar algo comestible para llevarme (además de Shakira), pero descubro que no hay nada interesante, ni en los armarios ni en la nevera.

El caos, la armonía y la maldita tela de araña que nos unióWhere stories live. Discover now