—Tendrás que acompañarnos para continuar con la investigación.

Sin embargo, un estrepitoso ruido hace que las tres personas detengan su movimiento en un santiamén. Todos fijan su atención en dirección norte; donde se encuentra una pila de arbustos. Nadie dice nada, ¿qué cosa causó el extraño sonido? Fue como si algún animal salvaje hubiera gruñido desde lo más recóndito del matorral, a unos diez pasos de distancia.

Uno de los policías desenfunda su pistola y apunta a la fuente de la incertidumbre. De pronto, los arbustos abren paso a un perro enorme. No, eso no puede ser un perro. Su complexión es delgada pero sus patas fornidas hacen suponer que es rápido. El color rojo de su cuerpo figura como si la criatura hubiera nadado en sangre.

—E-es un monstruo… —declara el oficial en pie. Su rostro palidece.

No es para menos, la cosa que camina lentamente hacia ellos es aterradora; sus ojos negros, su hocico babeante con enormes colmillos y su resonante gruñido, infunden una sensación de pavor. El hombre había dicho que es un monstruo, pero la apariencia que tiene, la forma de su cola, el aura que desprende a su alrededor. No se trata de un monstruo ordinario, la cosa frente a ellos es el estereotipo común de…

—Un demonio —susurra Key.

—¡¿Qué estás esperando?, dispárale! —grita el hombre que aún somete al muchacho.

—¡S-sí! —responde su compañero, pero antes de halar del gatillo es atacado desde la derecha por una criatura similar. Al parecer el primer demonio es solo un distractor.

El otro hombre suelta al muchacho, ambos huyen en direcciones diferentes. Los gritos del primer oficial se hacen menos audibles. Key gira su cabeza sin detenerse, ahora son dos criaturas las que disfrutan del festín. La persona está muerta, su falta de movimiento lo expone de esa manera. Sin embargo, la mente del chico debe enfocarse en escapar pues otro demonio lo persigue a toda velocidad.

—¡Alguien, ayúdeme!

—¡Un demonio!

Al salir del parque Key puede escuchar a varias personas gritar con desesperación. La lluvia y el viento crean una cortina que oculta todo lo que ocurre a la lejanía, el muchacho no tiene otra opción que seguir corriendo. La frustración lo invade, está claro que las criaturas que lo persiguen fueron enviadas por un hechicero, un demonio. ¿Pero quién pudo haberlo notado en tan poco tiempo? Y, si el objetivo es él, ¿por qué están atacando a las demás personas?

«No es mi problema», una extraña frase surge de la mente del joven.

—¡No debo correr, se supone que tengo la misma fuerza que ellos! —exclama Key, intentando reaccionar.

 Se detiene, da media vuelta y espera firmemente a la criatura. No pasa mucho antes de que el «perro» lo embista. El joven intenta detenerlo pero por algún motivo el poder de demonio —o cualquiera que sea la habilidad que le brinde su contrato— no funciona. El monstruo termina sobre él, muerde su brazo con fuerza.

«¡Maldita sea, ¿por qué no funciona?!», piensa Key.

Su atacante gruñe con fuerza, tira de su brazo en todas direcciones, seguramente intenta arrancárselo. Sin embargo, el monstruo es golpeado con algún objeto por una figura desconocida.

—¡Vamos! —grita una voz masculina—. ¡Sígueme!

Key obedece y, recuperándose, corre detrás de su salvador. Ambos se adentran a un callejón entre los edificios y esperan a que el demonio pase de largo.

—Gracias —dice el de pelo gris, jadeante y exhausto. Comprueba que aún tiene la capucha puesta mientras mantiene la vista en el suelo.

—No tienes que agradecerme, pasaste junto a mí metros atrás y como vi lo que hacían esos monstruos con las personas, decidí ayudarte. —El hombre lleva puesto un traje de oficina, luce igual de cansado que el muchacho—. Me llamo Joseph, es un placer.

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⏰ Last updated: Mar 16, 2015 ⏰

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