Capítulo 11: Cuatro años más tarde.

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No recibió contestación.

—¿Es que tú ya no me...? —se alarmó.

—¡No! —habló por fin Oscar y a Jonathan le pareció que tenía una voz hermosa, una voz grave y masculina, como la suya, pero diferente—. No, es solo que no sé qué decirte, ha pasado tiempo...

—Ya lo sé, —Asintió Jonathan —tenía miedo de volver y ya no encontrarte, miedo de todo. Dime como están las cosas. ¿Por qué simplemente un día dejaste de hablarme, de llamarme? —preguntó.

Esa era la razón de la demora del regreso de Jonathan. Un año y medio de pronto se habían convertido en dos, y luego en tres, para finalmente prolongarse hasta cuatro.

—No lo sé —se encogió de hombros, y realmente es que no lo sabía.

—No importa, eso ya no importa —le aseguró Jony, aunque aún muy en el fondo recordaba el coraje y el miedo que sintió cuando Oscar dejo de llamar y de contestar.

Ahora ambos se quedaron callados, mirando simplemente a las personas pasando en su ajetreo, unas chocando con otras y arrastrando maletas.

—Supongo que no estás estudiando —comentó Jonathan, luego de mucho de permanecer callado. En su voz no había reproche, sólo interés, pero Oscar lo volvió a ver avergonzado.

—No, me estoy tomando un año sabático antes de entrar a la universidad.

—Bueno—aceptó Jony—, eso suena bien, está bien.

—¿Qué hay de ti? —preguntó ahora Oscar y Jonathan no pudo evitar notar que le hablaba como a un pariente lejano e indeseable.

—Nada, que estoy aquí—palmeó sus rodillas al tiempo que habló—. Regresé por ti, porque lo prometí, porque quería verte, estar contigo ¿Y es así como me recibes? —ahora su voz era de total molestia.

—Lo siento—contestó Oscar con voz quebrada y estiró su mano hasta ponerla en la del otro, que descansaba en su rodilla—. Estoy feliz, en verdad, es solo que aún no asimilo que en verdad volviste, que volviste por mí. Es por eso que deje de contestarte, porque no quería que creyeras que era una obligación regresar solo por mí, por eso. Pero aun así aquí estás.

—Claro que sí, idiota, volví por ti, porque te amo —lo agarró de la mano, se puso de pie y lo jaló. Ambos quedaron de pie entonces y se abrazaron—. Fue un suplicio estar sin ti. Por mi parte, habría regresado en el primer vuelo de vuelta, pero no podía, me vigilaban día y noche.

Pero sintió que nada de aquel dolor importaba ya. No si lo tenía con él ahora y su corazón se sentía tan lleno y completo.

—Lamento escuchar eso —Comentó Oz y hundió la cara en el hombro del otro, aspirando el olor de la camisa blanca de Jonathan.

—Fue horrible —se quejó Jonathan ahora que sabía que podía hacerlo libremente—Mi madre lo tomó muy bien, pero él... —se lamentó —. Mi padre no lo acepta aún, me obligó a ir a un psicólogo ¿Puedes creerlo? —Le preguntó indignado al tiempo que lo apartó para ver su expresión, Oscar solo agitó la cabeza—. Como si fuese algo que se puede arreglar. No hay nada que arreglar.

—Que estúpido, —sonrió Oz— claro que no hay nada que arreglar.

Jonathan rió a causa de la forma en que lo dijo. Se escuchó como el Oscar joven de solo dieciséis años del que se enamoró, pero ahora era distinto, y el amor hacia él era distinto también, más intenso.

Jonathan tomó el rostro de Oscar en sus manos y lo contempló averiguando qué más era distinto en él. Eran varias cosas, sus rasgos ya no eran tan delicados como antes y se podía ver el nacimiento de una barba y bigote rubio que debía haberse afeitado hace unos días, pero sus ojos seguían iguales, azules como el océano, pero cálidos. Se preguntó qué cambios notaria Oscar en él y si le gustaría lo que veía, esperaba que sí.

Solo AmorWhere stories live. Discover now