Catorce

24K 2.4K 457
                                    

Me miro al espejo mientras cepillo meticulosamente cada uno de mis dientes. Mientras lo hago, dejo que mi mente siga el curso de los pensamientos hasta llegar a Oliver; gruño frustrada al recordar el mensaje que Lucero le escribió la noche anterior, pero luego una sonrisa bobalicona aparece en mi rostro al recordar su respuesta:

Ni siquiera me he dormido y ya estás haciendo desastres en mi mente”.

No le respondí.

No sabía qué responderle, mi mente no daba hasta allá. Le pedí a Lucero que contestara algo coherente, ya que ella me había metido en eso, ahora que me sacara; pero mi mejor amiga se acostó en mi cama, cerró los ojos y dijo: “Eres grandecita para llevar tronco, entonces sea grandecita para ir por uno más grande”.

Obviamente solo las mentes sucias entenderán.

Creo que mi falta de respuesta le hizo creer a señor sexo algo que no quería que creyera, porque esta mañana no me había mandando nada, aunque yo tampoco lo había hecho; pero más tarde, en nuestra salida, le haría saber que estaba interesada en ser su amiga.

No podía aspirar a nada más. Él era realmente guapo y tenía a su pequeña niña, quizás estaba buscando una relación con alguien madura y con metas ya casi cumplidas, me parecía que eso necesitaban; yo apenas y trabajaba de niñera dos veces al mes, y todavía me faltaba para terminar mi carrera universitaria. Agreguémosle a eso que tenía novio.

Todo quedaba en fallido, porque nada cuadraba.

Me lavé la boca, el cepillo de dientes y salí del baño al escuchar el escándalo que hacía lucero en mi habitación. La miré con los ojos entornados mientras ella se estiraba cual gato recién levantado.

—Anoche te pasaste —le recriminé—. Ni siquiera le pude contestar de la vergüenza.

—No le contestaste porque no quisiste, porque vergüenza ya no tienes —su cara de recién levantada se contrajo en una carcajada maligna debido a su pésimo chiste.

—Ay, ya cállate —le espeté furiosa—. ¿Te imaginas que no me hubiese contestado? Me moría, me moría.

Lu se sentó en la cama y cruzó las piernas de forma elegante, algo que le salía natural a pesar de ser tan desastrosa.

—Lau… creo que deberías terminar con Aarón —me miró—, aunque si quieres comer de dos platos por mí no hay problema, yo te cubro.

—No quiero hacer eso —arrugué la cara—, a comer de dos platos me refiero.

—El muy patán ni siquiera te ha llamado.

—¿Y si le pasó algo? —sugerí.

—Laura, subió una historia anoche cenando con su apreciada hermana —hizo mueca de asco—. Además su relación es muy perturbadora.

—Ya hemos hablado de eso, algunos padres ruegan porque sus hijos se lleven bien con los hijos de su pareja y ellos han congeniado como si fueran hermanos de sangre. Eso es genial.

—Pero ella es mucho mayor que él. No sé —articuló con sus manos—, debería estar con un abogado de las grandes ciudades y dejar de estar con un universitario inmaduro.

—Aarón no es inmaduro —me quejé.

—Perdón, me equivoqué, debería de dejar de perder el tiempo con un universitario inmaduro, aburrido y raro —sonrió con suficiencia—. Así está mucho mejor.

—¿Yo si puedo estar con él entonces?

—¡No! Claro que no, te he dicho que él no me gusta para ti —se puso de pies—. Además esa hermanastra de él es una diosa ¿Verdad?

Descúbreme ✔️Where stories live. Discover now