Kyran entrecerró los ojos y trató de estirar la mano para recuperar sus golosinas, pero Dani se la atrapó en tiempo récord y se la escondió bajo la mesa con cara de espanto.

—¿Se puede saber qué haces? —le preguntó Victoria a la nueva, indignada.

Ella seguía teniendo ese aspecto inexpresivo que, de alguna forma, daba la impresión de que se estaba burlando de los demás. Apenas habían estado en la misma habitación durante cinco minutos seguidos y ya le caía mal.

—Comer —comentó ella tranquilamente.

Margo y Sawyer, que habían seguido a Victoria, se quedaron de pie justo detrás de ella. Margo miraba a Ania con desconfianza, pero Sawyer parecía, simplemente, pensativo.

—No eres nuestra invitada —le recordó Margo—, no tienes derecho a robar golosinas.

—Eso —murmuró Kyran, resentido.

Ania fingió no haber escuchado nada y paseó la mirada por la habitación. Caleb y Brendan acababan de entrar, pero ni siquiera les prestó la más mínima atención. Al final, se quedó mirando a Sawyer con una ceja enarcada.

—¿Ahora estás de su parte?

—Es nuestro prisionero —aclaró Caleb.

Hubo un momento de silencio cuando Ania lo repasó mejor.

—No parece muy prisionero. Ni siquiera está atado.

Cuando Ania volvió a mirar a su alrededor, Victoria sintió una extraña oleada de calor en el pecho. Inconscientemente, se dio la vuelta y su mirada se clavó sobre Brendan. Él observaba a Ania y, aunque por fuera estaba completamente inexpresivo, por dentro era otra historia muy distinta.

Pero... no era amor. O, al menos, a Victoria no le parecía que lo fuera. Era más bien... confusión, nostalgia. No supo ponerle un nombre a ese sentimiento, pero casi consiguió que Ania le cayera bien.

Maldito lazo. ¡Ella la quería odiar en paz!

—¿Qué haces aquí? —preguntó Sawyer entonces.

—Ye te lo he dicho, he venido a buscarte.

—No. —Él mantenía su voz suave, pero había una nota de tensión en cada palabra que pronunciaba—. ¿Qué haces aquí?

Ania por fin lo miró con media sonrisa.

—Todos los nuestros han abandonado —informó sin siquiera alterarse—. Has estado desaparecido por unos días, encontraron el cadáver de tu conductor, había sangre tuya en el suelo... La mayoría creyeron que habías muerto.

—¿Y se marcharon sin más? —Sawyer no sonó muy sorprendido.

—No. —Ania esbozó media sonrisa—. Primero, apareció tu querido abuelo. Solo necesitó subirles el sueldo y... sorpresa, sorpresa... Ahora son suyos.

Victoria se giró para mirarlo y vio que ese detalle sí parecía haberle molestado. Hizo un verdadero esfuerzo para que no se le notara, pero no le salió del todo bien.

—¿Y tú? —preguntó finalmente.

—Yo no soy tan fácil de convencer —comentó con esa media sonrisa odiosa—. Así que he decidido seguir tus pasos para ver dónde estabas. Qué bonita sorpresa ver que sigues vivo.

De nuevo, Sawyer no dijo nada. Un silencio un poco incómodo se instaló en la habitación hasta que, por fin, Axel y Bex también aparecieron. Bex fue la primera en reaccionar y mover las ruedas de su silla para acercarse a ella.

—Joder —comentó, toda dulzura—. ¿Qué te ha pasado? Estás horrible. Pareces un muñeco gótico de los noventa.

Axel contuvo una risotada mientras que Ania apretaba un poco los labios, ofendida.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora